sábado, 28 de febrero de 2009

Los principios morales básicos del yoga



Los principios morales básicos del yoga se recogen en dos secciones generales de
los Yoga Sutras de Patanjali: Yamas (las restricciones) y Niyamas (las observancias).
Patanjali propone estas normas directrices porque el hombre no percibe fácilmente,
salvo después de muchas penosas pruebas y errores, las leyes que gobiernan su propia
naturaleza. Muchos de sus actos son autodestructivos: la drogadicción, por ejemplo. Se
puede decir, "Soy libre de drogarme cuando quiera". Esto es cierto, pero no es una
afirmación de verdadera libertad, ya que la drogadicción conduce a la esclavitud mental.
La verdadera libertad se obtiene comprendiendo las leyes naturales y ateniéndose a
ellas. Los principios morales universales son en realidad postes indicadores hacia la
libertad verdadera y eterna.
Los principios de yama están concebidos como directrices a seguir para que nuestra
energía no se "derrame" y podamos avanzar espiritualmente. Un cubo lleno de agujeros
no puede llenarse de leche. De igual forma, la mente humana no puede llenarse de la
paz divina mientras sus poderes se vacíen continuamente a través de apegos y deseos.
Las normas de yama están concebidas para ayudar al yogui a tapar esos "agujeros" y
que pueda así comenzar a almacenar en su cuerpo y cerebro la "leche" de la paz divina.
Las normas del yama o control, son proscriptivas. Cuando podamos eliminar la
inarmonía física y mental de nuestro organismo, no tendremos que trabajar para
volvernos armoniosos. Somos espíritu; lo que nos hace creer que somos otra cosa es el
velo de la ilusión que se ha echado sobre la perfección eterna de nuestra verdadera
naturaleza. El oro puede ser enterrado en el barro, pero si le quitamos el barro volverá a
aparecer dorado.
Las normas de yama son:
1) Ahimsa, no-violencia
2) Satya, no-mentir
3) Ashteya, no-robar
4) Brahmacharya, no-sensualidad
5) Aparigraha, no-codicia
Puede parecer extraño ver estos principios enunciados de forma negativa. La razón
es que cuando la cualidad negativa se elimina, revelan su virtud opuesta. Cada regla del
yama sirve, asimismo, para permitir que florezcan virtudes innatas. Hablando de una
manera figurada, cada yama elimina la suciedad que recubre el oro de nuestro auténtico
ser. Lo que queda, una vez que hemos eliminado la tendencia negativa, es una realidad
del alma.


1.- Ahimsa, (no violencia).
Es un término popularizado por Mahatma Gandhi, que gracias a la resistencia no
violenta, condujo a la India a la emancipación política de Gran Bretaña. La no violencia,
entendida correctamente, es el Arma Disuasoria del hombre fuerte; convierte al enemigo
en amigo al desvanecer la posibilidad de fomentar el conflicto.
La razón de que se formule negativamente (podría haberse traducido como
"benevolencia") es que cuando desechamos de nuestro corazón el impulso a dañar a los
demás, la benevolencia se revela como una cualidad natural del corazón.
La meta del yoga es comprender la unidad de toda la vida. Todo cuanto separe
nuestra conciencia de la inmensidad de la vida equivale a una negación de la unidad que
buscamos por medio de la meditación. El deseo de dañar a un ser vivo, o al medio
ambiente, que en cierto grado es vivo y consciente, nos aliena de la realidad del alma y
afirma la ilusión del ego. Todos somos expresiones de Dios, de la misma forma
(utilizando una imagen muy querida por Yogananda) que las llamas de un quemador de
gas, aunque parezcan separadas unas de otras, son sólo manifestaciones del gas que hay
bajo ellas. Si te hago daño, en sentido real estoy haciéndome daño a mí mismo. El dicho
de Jesús, "Ama a tu prójimo como a ti mismo" en sentido profundo significa, "Ama a tu
prójimo; él es tú Mismo".
Lo importante en las normas de yama y niyama no es su expresión exterior, sino la
actitud interna del corazón. En este mundo de relatividad es inevitable hacer daño con
sólo vivir. Cuando respiramos mueren multitud de gérmenes. Al conducir, el parabrisas
del coche se llena de insectos. Es imposible practicar literalmente ahimsa hasta la
perfección.
A lo que se refiere Patanjali, esencialmente, es a la actitud mental, no a los actos
literales del cuerpo. Es la actitud personal la que puede conducirnos hacia la liberación
o hacia una esclavitud mayor. Lo que se entiende por ahimsa es una actitud de no hacer
daño (un sentimiento de benevolencia universal). Por tanto, para practicar ahimsa,
debemos mantener en todo momento una actitud no violenta.
El Bhagavad Gita declara que existen situaciones en las que debe infringirse un
daño menor para impedir uno mayor, evitar ese daño menor es en sí un acto de
violencia. A veces es necesario luchar, por ejemplo hacerlo en una guerra justa, con
ánimo de brindar seguridad al inocente frente a la voluntad destructora del agresor.
Es importante también comprender el principio de la no violencia en cuestiones
sutiles, por ejemplo: se puede matar el entusiasmo de los demás; del mismo modo la
burla, la falta de respeto, tratar a los demás airadamente o con miradas de desprecio,
constituyen formas de violencia que, por no ser físicas sino psicológicas, pueden hacer
incluso más daño que herir el cuerpo.
Al practicar Hatha Yoga, debemos tener una actitud de no violencia hacia nuestro
cuerpo. Tenemos que realizar las posturas con un sentido de relajación, de
autoexploración y no de castigo.
La no violencia se aplica también a la meditación. El deseo de infligir daño crea en
nosotros una tensión interna, que entra en conflicto con la paz que intentamos
desarrollar mediante la meditación.
Patanjali indica que cuando desarrollamos Ahimsa a la perfección, hasta la fieras
salvajes y los criminales se amansan en nuestra presencia.


2.- Satya, (no mentir).
Su enunciado de modo negativo indica que cuando hemos superado el deseo de
distorsionar la verdad se revela nuestra tendencia natural: ser veraces.
Satya es la actitud necesaria para superar nuestras falsas nociones sobre la vida.
Nuestro camino hacia Dios consiste en liberarnos de las falsas ilusiones. El científico
que en su investigación trabaja con rigor, sin que ninguna predisposición personal
influya en sus resultados, está practicando el no mentir. La persona que examina sus
gustos y aversiones sin prejuicios, también está practicando satya. Para un examen
profundo de la realidad se necesita una visión limpia y cristalina.
El no mentir debe ser entendido en sentido sutil, porque los hechos y la verdad no
siempre son sinónimos. Por ejemplo, una persona hospitalizada puede estar muy
enferma, y si se le dice "¡Estás muy mal!", esta afirmación puede empeorar su estado.
Pero si la visualizamos con buena salud y le decimos con profunda convicción "¡Te
encuentro muy bien!", es posible que nuestras palabras le den fuerza e incluso que se
cure.
Existen verdades superiores e inferiores. Llamar a un hombre estúpido no es una
verdad superior. Utilizar palabras hirientes, aunque se basen en hechos evidentes, pero
superficiales y temporales, es una falsedad en sentido espiritual. El alma es siempre
sabia, siempre perfecta. Por tanto ser veraz no significa ser objetivo al pie de la letra.
Hay que recordar que la verdad es siempre beneficiosa, pero la afirmación de un
hecho puede ser beneficiosa o perjudicial. Si existe la posibilidad de que sea dañina, no
debe ser tomada como una verdad en su sentido más elevado. Si en algún momento
comprendes que no puedes hablar sinceramente sin riesgo de hacer daño, la mejor
alternativa es guardar silencio.
Una actitud de no mentir significa ver las cosas tal como son, aceptar la posibilidad
de estar equivocado, cuidar que los gustos y aversiones no perjudiquen la percepción de
la realidad. La veracidad significa buscar siempre la Luz Divina brillando en medio de
la oscuridad, ver a Dios en todo y en todos, afirmar la bondad incluso ante la maldad y
hacerlo siempre desde la honestidad absoluta, no porque nos gustaría que fuera así.
Satya es esencial en la meditación como defensa contra las alucinaciones y contra
los apegos a otros engaños comunes, que llegan a la mente procedentes del
subconsciente. Las alucinaciones son un obstáculo para la meditación; pueden ser
visuales, pero también pueden tomar otras formas engañosas: por ejemplo, de guía
"intuitiva"; estas “intuiciones” y falsas visiones procedentes del subconsciente,
deprimen la mente, alejándola de la superconciencia.
¿Cómo se puede saber si una experiencia es superconsciente o es una alucinación?.
Las experiencias superconscientes van acompañadas de una elevación de la conciencia
interior. Asimismo producen resultados beneficiosos y duraderos. Las experiencias
superconscientes no son vagas, por ejemplo si se ve una luz en la superconciencia será
clara, no turbia o difusa. La inspiración que se siente produce claridad mental, no
vaguedad o confusión.
En Hatha yoga el dominio del cuerpo está en relación con la conciencia que se tiene
de él. En las posturas de yoga se debe tener una actitud de no engaño. Al practicar las
posturas sé consciente interiormente de tu cuerpo. Por ejemplo, concéntrate en la
tensión que impide el estiramiento; sé honesto reconociéndola. Te darás cuenta de que
aceptándola podrás superar el obstáculo que te impide avanzar.
Patanjali, en los Yoga Sutras, indica que la persona en quien este principio de satya
se establece firmemente, desarrolla el poder de alcanzar los frutos de la acción sin
necesidad de actuar. Su simple pensamiento, su sola palabra, son vinculantes para el
universo.


3.- Ashteya, (no robar).
Ashteya no solamente significa no adueñarse de lo que pertenece a otros, sino no
codiciar la propiedad de los demás. Significa no desear nada que no sea tuyo por
derecho. Significa no desear siquiera lo que es tuyo por derecho, puesto que tu felicidad
no debe estar condicionada por el hecho de conseguirlo o no. El deseo nos mantiene
atados a las cosas, buscando la felicidad en ellas, en lo externo y lleva a la mente lejos
de su verdadera identidad, impidiéndonos alcanzar la dicha espiritual.
Este yama puede entenderse como contentamiento con lo que se tiene, sabiendo que
lo que nos pertenece por derecho llegará en su momento. Podemos trabajar por
conseguirlo, pero no debemos trabajar movidos por el deseo, así no viviremos “para lo
exterior” sino para nuestro ser más profundo.
El robo, o la codicia, debe ser entendido también en sentido sutil. Hay personas que,
según Sri Yukteswar, “cortan las cabezas de los demás para parecer más altas”. Hablar
con crueldad a otros o de otras personas, es pensar que la virtud nos pertenece a
nosotros exclusivamente. Fortalecer nuestro ego a expensas del ego de los demás es
reforzar el engaño. El ego es el mayor obstáculo que nos separa de la auténtica visión de
la unidad de la vida.
Astheya es esencial en la meditación, ya que el más leve deseo llevará a la mente
hacia el exterior. El secreto de la paz interior es la ausencia de deseos. Mientras no
seamos capaces de calmar los deseos del corazón, la meditación no será posible. El flujo
de la energía debe ser canalizado desde el corazón hacia el interior y hacia arriba, hacia
el entrecejo, si queremos que la meditación nos conduzca a la iluminación.
En la práctica de Hatha yoga toma conciencia de que toda la energía del universo
está a tu disposición. Ábrete mentalmente al flujo de la energía y dirígela a tu cuerpo
mediante el ejercicio directo de tu voluntad e irrádiala también a los demás como una
bendición.
Patanjali, en los Yoga Sutras, indica que la persona en quien el principio de Astheya
se establece firmemente, tendrá riqueza siempre que la necesite y todas sus necesidades
estarán cubiertas.


4.- Brahmacharya, (no sensualidad).
Quizá para comprender este yama deberíamos comenzar delimitando qué significa
sensualidad en sentido yóguico. En la interpretación de Patanjali no todos los placeres
sensoriales implican sensualidad. No se trata de que rechacemos el mundo y sus
infinitas bellezas tachándolas de sensuales. Debemos entender la sensualidad como
aquella tendencia, derivada de los placeres sensoriales, que nos aparta del sentido de
unidad universal y nos lleva a acentuar la conciencia de estar separados de los demás
seres de la creación. Una experiencia será tanto más sensual cuanto más se oriente hacia
los sentidos y el egoísmo. Por tanto, para practicar brahmacharya debemos evitar las
experiencias que emboten nuestra sensibilidad espiritual y buscar aquellas que
aumenten nuestra conciencia y la armonía con cuanto nos rodea.
Brahmacharya debe interpretarse como auto-control. Se basa en el reconocimiento
de que nuestro auténtico poder procede de nuestro interior, no de las satisfacciones
externas. Cuanto más vivamos en esta dirección, sin derrochar nuestras energías en lo
sensual, más poder alcanzaremos. Dispersar nuestras fuerzas (incluyendo hablar
demasiado, actuar demasiado o toda clase de excesos) nos lleva a perder el control.
A muchas personas les resulta difícil comprender el sentido del auto-control porque
la satisfacción sensorial, incluso la liberación de tensiones, suele ir acompañada de una
aparente sensación de libertad y, como consecuencia, de una cierta paz interior. Pero un
sentimiento auténtico de paz y libertad no son posibles si conllevan una disipación de
energía. La energía es la clave del autodesarrollo y la verdadera paz y libertad necesitan
aporte, no gasto, de energía. La verdadera libertad debe trasmitir un sentimiento de
poder, de expansión y de bienestar.
El grado de conciencia de una persona depende de la cantidad y dirección de la
corriente de su energía interior. Debemos tratar de alimentar al máximo nuestra energía
interior y dirigirla hacia el cerebro. La norma para alcanzar la felicidad es retirar nuestra
energía de los sentidos y dirigirla hacia nuestra fuente interna y ascendentemente hacia
el ojo espiritual.
Durante el siglo veinte se escribió mucho sobre los perjuicios de la represión. No se
estudiaron los efectos elevadores de la transmutación. No se puede hablar de represión
cuando una persona utiliza medios científicos para dirigir la corriente de energía hacia
el cerebro. Cuando se actúa voluntariamente no hay represión sino transmutación.
Cuando se aprende a dirigir así la energía los efectos son totalmente positivos: mayor
alegría, mayor poder de concentración, mayor fuerza física.
Patanjali afirma que cuando se perfecciona el principio de no-sensualidad física y
mental, el yogui adquiere enorme vigor. Swami Vivekananda atribuía sus espectaculares
poderes mentales a la observancia de brahmacharya. Se cuenta que en una ocasión le
regalaron la Encyclopeadia Britannica. Dos semanas más tarde había leído ¡los trece
primeros volúmenes!. Cuando uno de sus discípulos puso en duda que hubiera podido
retener mucho de cuanto había leído, Vivekananda le desafió:
- Pregúnteme lo que quiera de esos trece volúmenes.
Respondió correctamente a todas las preguntas, incluso fechas y nombres de
lugares.
Durante la meditación puedes aplicar este principio esforzándote por llevar la
energía y la conciencia por la columna hacia el entrecejo.
En las prácticas de las posturas de yoga realiza también este ejercicio de
interiorización de la energía. No permitas que se gaste en el simple ejercicio muscular o
el movimiento.


5.- Aparigraha, (no codicia).
Aparigraha también se ha traducido como no-avaricia. Realmente el significado más
sutil de este yama es el de no-apego.
No-codicia se refiere a no desear ni siquiera lo que es nuestro, lo que ya nos
pertenece. Recuerda que el tercer yama hablaba de no desear lo que no nos pertenece,
pero en este caso se va más allá, hasta no identificarnos siquiera con nuestro cuerpo y
nuestra personalidad, sino con aquella parte de nosotros que se vuelve hacia el interior.
Aparigraha nos propone vivir en el mundo como invitados que pasan aquí una
temporada, con una parte de nuestra mente viviendo siempre en la eternidad, libre de
todo apego. Este no aferrarse a nuestras cosas, no codiciar nada de cuanto tenemos,
conduce a superar las identificaciones temporales, incluso la identificación con nuestro
cuerpo actual, que es nuestro sólo durante un corto periodo de tiempo. Por eso Patanjali
afirma que practicada hasta la perfección, la no-codicia tiene como resultado recordar
encarnaciones pasadas, antiguas identificaciones con otros cuerpos, otros lugares y otros
hechos.
La base para practicar este yama es recordar que nada nos pertenece, ni siquiera
nuestros actos o nuestros pensamientos, porque todo pertenece y forma parte de Dios.
Debemos superar la identificación con nuestra mente y nuestro cuerpo que oscurece la
verdad de que el alma es, en esencia, infinita y eterna. Fortalecernos en nuestro
auténtico ser nos permite disfrutar de todo cuanto se nos presenta en el mundo sin
preocuparnos por su pérdida. Nos aporta alegría.
Durante la meditación esfuérzate por liberarte mentalmente de las identificaciones
mundanas. Corta las cuerdas emocionales que te atan a tus posesiones. Puede resultarte
útil afirmar mentalmente: “¡No soy el cuerpo!. ¡Soy Espíritu, siempre gozoso, siempre
libre!”.
En la práctica de Hatha yoga trata de vencer los dictados del cuerpo. Y en general en
tu vida diaria no te sometas a él. Tu cuerpo es tuyo para utilizarlo, no para mimarlo. No
te permitas nunca decir: “Estoy cansado”. Quizá el cuerpo necesite descanso, pero tú no
eres el cuerpo, eres el alma siempre perfecta. Gradualmente intenta disciplinar tu cuerpo
para que no te domine y seas tú quien ejerza el mando.

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miércoles, 11 de febrero de 2009

ESTRUCTURA DE LOS YOGA SUTRAS



La Filosofía India consta de seis sistemas filosóficos: Nyaya, Vaisheshika,
Samkhya, Yoga , Mimamsa y Vedanta, de los cuales los tres principales son El
Sankhya, El Yoga y El Vedanta.

El Sankhya explica cómo (aparentemente) el Infinito se vuelve finito y cómo
nuestra naturaleza en cuanto seres humanos, busca la satisfacción en este mundo
material sin conseguirla jamás.
El Vedanta explica la naturaleza de la realidad última que produce la verdadera
satisfacción.

El Yoga es el puente perfecto entre el Sankhya y el Vedanta. Responde a las
preguntas: ¿Cómo puedo alcanzar la verdadera satisfacción? ¿Cómo puedo alcanzar esa
realidad última?

Patanjali en sus Yoga Sutras responde a estas preguntas de forma concisa. Esta
obra, escrita en forma de aforismos, es considerada como la primera y más importante
exposición de la Filosofía del Yoga.

El Ashtanga Yoga

En el Asthanga Yoga Patanjali nos proporciona un mapa del camino que tenemos
que recorrer y nos explica qué debemos hacer para alcanzar el estado que todos
buscamos, el estado de júbilo, paz y plenitud constantes. Una explicación de estas ocho
etapas será de ayuda para comprender los objetivos más profundos del Yoga.

1- Yama – Restricciones.
2-Niyama –Observancias
3- Asana – Quietud del cuerpo
4-Pranayama – Control de la energía
5-Pratyahara – Interiorización
6-Dharana – Concentración en un punto
7-Dhyana – Absorción
8-Samadhi – Unión con el Infinito

Las dos primeras etapas del sendero óctuple de Patanjali se conocen como yama y
niyama. Yama significa control; niyama, no control.
Literalmente estas dos etapas se refieren a los síes y los noes del sendero espiritual.
Curiosamente, al igual que “Los Diez Mandamientos” de Moisés, son diez. Pero existe
una diferencia importante entre unos y otros, los Yamas y los Niyamas son más
recomendaciones que mandamientos, y no ponen el énfasis en qué te ocurrirá si no los
cumples, sino en los beneficios que obtendrás siguiéndolos. Cada uno de estos
principios, cuando se practica perfectamente, ofrece una recompensa espiritual
definitiva. Puede mejorarse indefinidamente en su cumplimiento, hasta llegar a la
perfección espiritual.

1. Yama. (Control, los noes). Son cinco:
Ahimsa (No-violencia)
Satya (No-mentir)
Ashteya (No-robar)
Brahmacharya (No-sensualidad)
Aparigraha (No-codicia o No-apego)


Es interesante notar que todas estas virtudes se formulan en términos negativos.
Esto significa que cuando eliminamos nuestros errores no podemos ser sino
benevolentes, veraces, respetuosos con la propiedad ajena, etc. Porque nuestra
naturaleza es ser buenos. Actuamos de otra forma, no porque sea natural que lo
hagamos así, sino porque hemos abrazado un estado antinatural de inarmonía egoísta.

2. Niyama. (No-control, los síes). Son:
Saucha (Limpieza)
Santosha (Contentamiento)
Tapasya (Austeridad)
Swadhyaya (Autoestudio o Introspección)
Ishwara pranidhana (Devoción al Señor Supremo)


3. Asana. (Postura).
Postura significa la capacidad de mantener el cuerpo inmóvil como requisito previo
para la meditación profunda Algunos autores han querido señalar que aquí Patanjali se
refiere a la necesidad de practicar las posturas de yoga como preparación para la
meditación. Pero Patanjali estaba hablando, no de prácticas, sino de diferentes etapas en
el desarrollo espiritual.
Asana se refiere a cualquier postura que nos resulte cómoda, con tal de que la
columna vertebral se mantenga recta y el cuerpo relajado. Se dice que un signo de
perfección en asana es la capacidad para sentarse en calma, sin mover un músculo,
durante tres horas. Muchas personas meditan durante años sin alcanzar resultados
notables simplemente porque nunca han entrenado a sus cuerpos para sentarse en calma.
Mientras no se domine el cuerpo, las percepciones más elevadas, tan sutiles que sólo
florecen en la quietud perfecta, no pueden alcanzarse.
Es bueno practicar algunas posturas de yoga antes de la meditación, ya que ayudan
a conseguir asana o postura firme. Pero muchas personas cometen el error de suponer
que deben perfeccionar la práctica de las posturas de yoga antes de intentar siquiera
meditar. Esto es totalmente falso. Ni siquiera es necesario en absoluto practicar las
posturas para la meditación.


4. Pranayana. (control de la energía).
Como comentamos al hablar de asana, muchos autores han cometido el error de
creer que en el Ashtanga Yoga, Patanjali habla de prácticas y no de diferentes etapas del
desarrollo espiritual, afirmando que en este caso se refiere a ejercicios respiratorios. El
control de la energía a menudo se realiza con la ayuda de ejercicios de respiración, de
ahí que los ejercicios de respiración hayan llegado a conocerse como pranayanas. Sin
embargo, Patanjali se refiere al control de la energía que se consigue como resultado de
diversas técnicas y no a las técnicas mismas.
Patanjali no da detalles sobre técnicas de pranayama específicas; de hecho el
pranayama se menciona únicamente en seis sutras. Las técnicas que en hatha yoga
generalmente se conocen como “pranayama”, son técnicas de respiración basadas en la
estrecha unión existente entre prana (energía), respiración y mente. Pero éste es un
concepto muy limitado, incluso hablando sólo de técnicas existen muchas más. Por
ejemplo, los Ejercicios de Energetización de Paramhansa Yogananda son pranayamas,
pues recargan las células del cuerpo de prana y enseñan a controlar su flujo.

Pranayama indica realmente un estado en el que la energía del cuerpo alcanza una
armonía tal que su flujo se invierte; pasa de dirigirse hacia fuera, hacia a los sentidos, a
dirigirse hacia dentro, hacia el Ser Divino que reside en el corazón de todos los seres.
Sólo cuando toda la energía del cuerpo se dirige hacia este Ser, nuestra conciencia es
suficientemente intensa como para atravesar los velos de la ilusión y entrar en el
superconsciente. Dirigir esta energía hacia el interior es el primer paso para la
contemplación divina.


5. Pratyahara. (Interiorización de la mente).
Una vez que, por medio de pranayama, la energía ha sido dirigida de nuevo hacia
arriba, hacia su fuente en el cerebro, se hace necesario dirigirla hacia el interior del
cerebro. De esta forma se evita que fluya hacia el exterior, hacia los objetos del
pensamiento y como consecuencia hacia la inquietud mental. Es decir, hay que
interiorizar la conciencia, así los pensamientos dejarán de vagar por los interminables
desvíos de la inquietud y la ilusión y se enfocarán en los misterios más profundos de las
moradas del alma.
Esta interiorización es el estado de pratyahara, el estado en que la mente se retira
de los objetos y experiencias externas.


6. Dharana. (Concentración).
Es un estado de contemplación o conciencia interior fija. Uno puede ser consciente
de las realidades espirituales interiores, la luz interior por ejemplo o el sonido interior o
sentimientos místicos profundos, antes de alcanzar esta etapa, pero sólo después de
alcanzarla puede entregarse completamente a la concentración en esas realidades.
En este estado la mente se centra en un único punto; ya no es perturbada por las
sensaciones recibidas a través de los sentidos, ni por la inquietud ni por los
pensamientos externos.


7. Dhyana. (Meditación, absorción).
Por medio de la concentración prolongada en los distintos estadio de conciencia,
comenzamos a adoptar las cualidades de cada uno de ellos. Si meditamos en los
placeres de los sentidos, el Ser Interior llega a identificar su felicidad con la satisfacción
de esos placeres; el individuo pierde de vista la morada interior del Ser como fuente real
de sus placeres. (Pero si algo material fuera realmente causa de felicidad, lo sería para
todos los hombres. El hecho de que no sea así prueba que son nuestras reacciones frente
a las cosas materiales, no las cosas mismas, las que producen nuestra dicha). Del mismo
modo, concentrándonos en nuestros defectos personales sólo fortalecemos esos
defectos. (Es un grave error llamarse continuamente a si mismo pecador, como
proponen muchos seguidores ortodoxos de algunas religiones. Debemos concentrarnos
en la virtud si queremos llegar a ser virtuosos). Así, concentrándose en la luz interior o
en alguna otra realidad divina que se perciba cuando la mente está en calma, se
adquieren gradualmente esas cualidades de la realidad interior.
En el estado de Dhyana nos absorbemos y nos identificamos con el objeto de
nuestra concentración El ser individual comienza a expandirse en la identificación con
alguna de las cualidades universales, por ejemplo con uno de los ocho atributos de Dios:
paz, calma, luz, sonido, amor, júbilo, sabiduría y poder.
La mente pierde su
identificación con el ego y comienza a sumergirse en el gran océano de conciencia del
que forma parte.


8. Samadhi. (Unidad).
En este estado la conciencia de ego se disuelve. La identificación individual se
convierte en universal y se adquiere la percepción de unidad con el universo y su
Creador.
El samadhi llega cuando el alma, perdiendo por completo su identidad corporal, se
funde con la realidad superior de la cual el cuerpo y toda la creación no son sino una
manifestación. Una vez que se ha roto el control del ego no hay nada que impida
expandir la conciencia hasta el infinito. El devoto en profundo samadhi comprende la
verdad de las palabras de Cristo, “Yo y mi Padre somos uno”. La pequeña onda de luz,
perdida la ilusión de una existencia separada del océano de luz, se convierte en el vasto
océano.
Existen dos estados de samadhi: sabikalpa samadhi y nirbikalpa samadhi. El
primero está ligado a la quietud total de la meditación y la detención de la respiración.
En el segundo se permanece en el estado de unidad universal incluso durante la
actividad exterior.
En los estados más elevados de samadhi, el devoto es capaz no sólo de retener su
sentido de identidad con el Océano Infinito, sino también de ser consciente de la
pequeña ola de su ego y actuar a través de ella. Puede hablar, trabajar, sonreír y vivir en
todos los aspectos como un ser humano normal, sin perder su comprensión interior de la
Divinidad.
No se debe creer que estos estados son ilusorios. Son Realidad; nuestra limitación
actual es la ilusión. Muchos grandes yoguis han demostrado su omnipresencia de
diferentes formas. Los estudiantes interesados harían bien en leer la Autobiografía de un
Yogui, donde se describen muchas grandes almas y su experiencia de Dios.
Estas etapas sutiles de revelación espiritual pueden alcanzarse, en un nivel inferior,
en una existencia humana normal. Pues así como una alta montaña tiene en común con
un pequeño montículo el hecho de que ambos suben en pendiente hasta una cima, así las
verdades más elevadas se relacionan con los caminos prácticos de la vida diaria. Ésta es,
de hecho, la razón inmediata por la que toda persona inteligente se beneficia del estudio
de la Filosofía.
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miércoles, 4 de febrero de 2009

LEY DEL DAR



El universo opera por medio de un intercambio dinámico. Dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de energía en el universo y si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida.
Nada es estático. Nuestro cuerpo está en intercambio dinámico y constante con el cuerpo del universo; nuestra mente mantiene una interacción dinámica con la mente del cosmos; nuestra energía es una expresión de la energía del cosmos.
El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armonioso de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia.
Esta armoniosa interacción de los elementos y las fuerzas de la vida opera a través de la ley del dar. Puesto que nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo.

Por ello debemos dar y recibir a fin de mantener la riqueza, la abundancia, la prosperidad o cualquier cosa que deseamos en la vida circulando permanentemente.
En toda semilla está la promesa de miles de bosques. Pero la semilla no debe ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil. A través de su acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material.
Cuanto más demos más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida. En realidad, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado. Lo que no se multiplica a través del dar, ni vale la pena darse, ni vale la pena recibirse.

Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regañadientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar.
Al dar y al recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón.

Por eso el acto de dar debe ser alegre, la actitud mental debe ser tal que se sienta alegría en el acto mismo de dar. De esa manera, la energía que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más.
Si deseamos alegría, démosle alegría a los otros; si deseamos amor, aprendamos a dar amor; si deseamos atención y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos riqueza material, ayudemos a otros a conseguir esa riqueza. En realidad la manera más fácil de obtener lo que deseamos es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean.
Si deseamos recibir el beneficio de todas las cosas buenas de la vida, aprendamos a desearle en silencio a todo el mundo todas las cosas buenas de la vida. Incluso la sola idea de dar, el simple deseo, o una sencilla oración, tienen el poder de afectar a los demás.

Esto se debe a que nuestro cuerpo, reducido a su estado esencial, es un haz individual de energía e información en medio de un universo de energía e información.
Somos haces individuales de conciencia en medio de un universo consciente. La palabra «conciencia» implica mucho más que energía e información, implica una energía y una información que viven en forma de pensamiento.
Por tanto, somos haces de pensamiento en medio de un universo pensante. Y el pensamiento tiene el poder de transformar.
La vida es la danza eterna de la conciencia, que se manifiesta como un intercambio dinámico de impulsos de inteligencia entre el microcosmos y el macrocosmos, entre el cuerpo humano y el cuerpo universal, entre la mente humana y la mente cósmica.
Cuando aprendemos a dar aquello que buscamos, activamos esa danza y su coreografía con un movimiento exquisito, enérgico y vital, que constituye el palpitar eterno de la vida.

La mejor manera de hacerlo es tomando la decisión de que cada vez que entremos en contacto con una persona, le daremos algo. No es necesario que sean cosas materiales; podría ser una flor, un cumplido o una oración. En realidad, las formas más poderosas de dar no son materiales.
Obsequios como interesarse, prestar atención, dar afecto, aprecio y amor, son algunos de los más preciados que se pueden dar, y no cuestan nada. Cuando nos encontremos con alguien, enviémosle en silencio un buen deseo por su felicidad, alegría y bienestar. Esta forma de generosidad silenciosa es muy poderosa.
Tomemos la decisión de dar en todo lugar a donde vayamos, y a quien quiera que veamos. Mientras estemos dando, estaremos recibiendo. Cuanto más demos, más confianza tendremos en los efectos milagrosos de esta ley. Y a medida que recibamos más, también aumentará nuestra capacidad de dar.
Nuestra verdadera naturaleza es de prosperidad y abundancia; somos naturalmente prósperos porque la naturaleza provee a todas la necesidades y deseos. No nos falta nada porque nuestra naturaleza esencial es la potencialidad pura, las posibilidades infinitas.

Por consiguiente, debemos saber que ya somos intrínsecamente ricos, independientemente de cuánto dinero tengamos, porque la fuente de toda riqueza es el campo de la potencialidad pura, es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad, incluyendo la alegría, el amor, la risa, la paz, la armonía y el conocimiento.
Si vamos en pos de estas cosas primero, no solamente para nosotros mismos, sino para los demás, todo lo demás nos llegará espontáneamente.
Deepak Chopra…

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