lunes, 28 de diciembre de 2009

QUE SOMOS REALMENTE?



Muy a menudo nos identificamos con nuestro cuerpo pero, ¿realmente somos nuestro cuerpo?

Cuando éramos pequeños nuestro cuerpo no era el mismo de ahora, ahora pesamos más, nuestros músculos son mayores, ya no tenemos dientes de leche. Incluso nuestras células no son las mismas: la ciencia ha demostrado que el material del que están compuestas se está renovando continuamente. El cuerpo que tenemos hoy no es el mismo que el que teníamos hace un año y no será el mismo que el año que viene. Alguien que ha perdido un brazo sigue siendo la misma persona aunque no tenga un brazo, alguien con un pulmón artificial sigue siendo él mismo.

Aunque nuestro cuerpo cambie somos conscientes de que lo que quiera que seamos en realidad es independientemente de nuestro cuerpo.

Y esta idea debería ser gratificante por que significa que, aunque el cuerpo desaparezca, no necesariamente implica que también desaparezcamos nosotros.

Ya hemos determinado que no somos nuestro cuerpo. Lo siguiente que habitualmente se piensa es que somos nuestros hábitos, nuestra forma de ser, nuestros gustos y disgustos, nuestras creencias. Sin embargo, cuando éramos pequeños es muy probable que no tuviéramos los mismos gustos que ahora, no creyésemos en las cosas que creíamos de pequeños, y casi con toda seguridad que no tenemos los mismos hábitos. Toda nuestra estructura mental ha cambiado desde entonces. Y dentro de unos años algunos rasgos de nuestra personalidad se acentuarán más, ciertos hábitos dejarán paso a otros y las cosas que nos gustan y disgustan también cambiarán. Sin embargo, aunque nuestra mente cambia sabemos que seguimos siendo la misma persona.

La mente es algo sujeto a cambio. Cuando la gente dice que una persona no cambia, si se refieren a los hábitos o la forma de ser están equivocados ya que, aunque algunos hábitos sean más difíciles de cambiar que otros, es algo mutable y por tanto sujeto a cambio.

En conclusión, tampoco somos nuestra mente. Esta idea también debería resultar gratificante ya que, seamos lo que seamos, no dependemos ni de nuestro cuerpo ni de nuestra mente para ser.

Si no somos nuestro cuerpo y no somos nuestra mente, ¿qué somos realmente?

Conciencia. Somos capaces de imaginarnos sin cuerpo: mientras soñamos somos nosotros aunque el cuerpo que soñemos que tenemos es otro y, por otra parte, ya sabemos que nosotros no cambiamos aunque cambie nuestro cuerpo. También hemos visto que nuestra mente (nuestros hábitos y deseos) cambia sin que nosotros cambiemos . Pero si nos tratamos de imaginarnos con otra conciencia ya dejamos de ser nosotros. Imagináoslo. La conciencia es indivisible, es blanca o negra, es decir, o hay conciencia o no la hay pero no podemos imaginarnos con más o menos conciencia, es indivisible.

Ahora que alguien me diga cómo se puede destruir algo que no está sujeto a cambios ya que no es material ni mental..

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lunes, 21 de diciembre de 2009

CREACION DEL PENSAMIENTO



Estamos cobrando conciencia más rápido respecto a lo que verdaderamente queremos, pero a veces es muy dificil porque nuestros condicionamientos durante vidas han ido en sentido contrario.
Nosotros sentimos la erupción del deseo (un buen sinónimo, “decisión”) surgiendo dentro. Sin embargo, a menudo, aunque la decisión ha emergido fuerte y clara y podemos manifestarla en palabras que cualquiera entendería, muy a menudo no estamos vibrando ni un poco alineados con nuestra propia decisión.

La fórmula para la Creación Deliberada, en términos muy simples, dice, “yo identificaré que es lo que estoy queriendo,” lo cual significa tomar una decisión, “y entonces lograré la armonía vibracional con mi propia decisión”.
Cuando estamos despiertos o conscientes,irradiamos una señal literalmente, no tan diferente a la señal de radio, y el Universo acepta esa señal como su punto de atracción. Cada vez que estamos en paz y con la mente clara, estamos pulsando una vibración electrónica literalmente, y el Universo entero está aceptando esa vibración electrónica como su punto de atracción y está emparejándolo con otras cosas que son como ella.

Lo que a menudo pasa sin darnos cuenta es que nos contradecimos o lo que es peor no nos creemos dignos de ser felices, de tener paz o de tener todo cuanto deseemos. Así es que nuestras palabras están vacías y carentes de significado mientras que a menudo nuestras señales están realmente en oposición directa a la misma cosa que estamos diciendo que queremos.

Cada momento estás pulsando una vibración, y el Universo entero está aceptando eso como tu punto de atracción y está empatándolo con cosas similares.
Deberiamos mantener en la mente una frase durante los próximos días, “Armonía Vibracional”. Es una manera más fácil de hablar sobre la Ley de Atracción. En otras palabras, aquello que es como uno, es atraído hacia uno”. Así es que cuando yo me armonizo vibracionalmente con la vibración de mi propio deseo, no hay ninguna contradicción. Entonces, no hay resistencia. La Energía es pura. Y cuando eso pasa, el Universo debe entregarme aquello que está en armonía vibracional con mi deseo, mi decisión y mi punto de atracción.

La mayoría de las personas no logran terminar una frase entera sin contradecir su deseo. Dicen cosas como, “Quiero más dinero. Estoy tan cansado de luchar”. Por ejemplo, cuando decimos, “Yo quiero un nuevo coche rojo”, el Universo responde a la vibración de ese deseo. El problema es que enseguida añadimos, “Pero es demasiado caro”, y el Universo también responde a esa vibración. Así es que ahora tenemos al Universo respondiendo a dos vibraciones contradictorias, y entonces nada cambia para nosotros.

Debemos "Purificar nuestra Vibración" y esto significa simplemente lograr que la vibración se enfoque en una sola dirección. Una vez hayamos identificado lo que queremos, entonces nuestro trabajo es ofrecer una vibración que armonice con eso –y podemos saber si ya alcanzamos la armonía vibracional o no por la forma en que nos sentimos–. Cuando decimos, “Yo quiero un nuevo coche rojo porque el mío es una porquería y no sirve”, ¿puedes sentir la contradicción en las vibraciones? Lo que estamos enfocando no está en armonía vibracional con lo que queremos.

Decimos, “Oh, es demasiado caro”, “Oh, yo no sé lo que voy a hacer”, “Oh, soy tan infeliz…” En otras palabras, aunque estemos usando la palabra “quiero,” nuestra vibración no está en armonía con querer. Nuestra vibración está en armonía con falta, con necesidad, con no tener lo que queremos. Mientras hacemos esto, si prestamos atención a la manera en que nos sentimos, podremos advertir la desarmonía en la vibración.

Si nos damos cuenta de ello, podemos suavizar esto diciendo cosas como “Bien, yo no sé cómo va a venir pero yo creo que llegará”. Esa vibración es un poco mejor. O, “Yo veo a muchas personas con coches nuevos y muchos de ellos están en la misma situación que yo, así es que yo sé que debe haber una manera”. Ése es un mejor emparejamiento vibracional. Podemos saber lo que estamos haciendo con nuestra alineación vibracional por la forma en que nos sentimos.

Una vez hemos identificado lo que queremos, entonces nuestro trabajo es ofrecer una vibración que empate con ello –y tú puedes saber a través de lo que estás sintiendo si estás emparejando esa vibración o no.
Debemos reconocer cómo estamos vibrando, porque en cada momento, todo lo que está viniendo hacia nosotros está llegando en respuesta a nuestra señal vibratoria — todas y cada una de las cosas.

La razón por la que la mayoría de las personas no hacen un trabajo muy consistente para emparejar la vibración de su propio deseo, es porque la mayoría de las personas son observadores muy obstinados.
La cosa más importante que debemos saber y recordar es que nada ni nadie puede negarnos nuestros deseos. Sólo nosotros mismos podemos negar nuestros propios deseos a través de una vibración contradictoria. En otras palabras, nadie nos ha mantenido alejados alguna vez de algo. Nadie está impidiéndonos ser ricos y famosos. Nadie nos está impidiendo estar bien. Nadie más que nosotros mismos. Y la razón por la cual lo hacemos es porque pensamos cosas que nos llevan a ofrecer una señal vibracional de salida que no empareja con la vibración de nuestro propio deseo.

Quienes son predominantemente observadores, lo cual nos incluye a la mayoría de los humanos, crecen en tiempos buenos, pero sufren en tiempos malos, porque lo que observamos se refleja en nuestra vibración. El Universo acepta esa vibración como nuestro punto de atracción y nos empata con otras cosas como esas, y entonces tenemos más cosas qué observar que causan que pensemos más de cierta manera vibracional que el Universo acepta como nuestro punto de atracción y nos da más de lo mismo.

Así es como lo bueno se pone mejor y lo malo se pone peor. Pero cuando aprendemos a visualizar en vez de observar… la cosa cambia. Un visualizador crece en todas las circunstancias –porque un visionario es el que aprende a fluir con la Energía debido a su decisión, y no dejándose arrastrar por la deriva.


La cosa más importante que debemos recordar siempre es que nadie, ni nada, puede negarnos nuestros deseos. Sólo tú mismo puedes negar tu propio deseo a través de una vibración contradictoria. En otras palabras, nadie te ha mantenido alejado alguna vez de algo.
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viernes, 18 de diciembre de 2009

ESPIRITUALIDAD EN TODO



Un grupo de devotos invitó a un maestro de meditación a la casa de uno de ellos para que los instruyera. El maestro dijo que debían esforzarse por liberarse de reaccionar en demasía frente a los hechos de la vida diaria, por lograr una actitud de reverencia, y por adquirir la práctica regular de un método de meditación que, a su vez, les explicó en detalle.
El objetivo era darse cuenta de que la vida espiritual debe estar presente en todo. Es estar conscientes de esto no sólo durante el período de meditación, sino constantemente, en lo cotidiano. El proceso es como llenar un colador con agua. El maestro hizo una reverencia ante ellos y partió.
El pequeño grupo se despidió de él y luego uno de ellos se dirigió a los demás, echando chispas de frustración: ¡Lo que nos dijo es como decirnos que nunca podremos lograrlo!

- ¡Llenar un colador con agua! Eso es lo que ocurre, ¿no? Al menos para mí. Escucho un sermón, rezo, leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus niños y ofrezco el mérito a Dios, o algo por el estilo y después me siento elevado. Mi carácter mejora durante un tiempo… no me siento tan impaciente, ni hago tantos comentarios sobre otras personas. Pero pronto el efecto se disipa y soy el mismo que antes. Es como agua en un colador, por supuesto. Y ahora él nos dice que eso es todo.
Siguieron reflexionando sobre la imagen del colador sin lograr ninguna solución que los satisfaciera a todos.

Algunos pensaron que el maestro les decía que las personas como ellos en este mundo sólo podían aspirar a una elevación transitoria, otros creyeron que el maestro simplemente les estaba tomando el pelo. Otros pensaron que tal vez se estaría refiriendo a algo en los clásicos que suponía que ellos sabían… buscaron, entonces, referencias sobre un colador en la literatura clásica, sin ningún éxito.
Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció, excepto el de una mujer que decidió ir a ver al maestro. El maestro le dio un colador y un tazón, y fueron juntos a una playa cercana. Se pararon sobre una roca rodeados por las olas.

- Muéstrame cómo llenas un colador con agua. -Le dijo el maestro
Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y comenzó a llenarlo con el tazón.
El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador y luego se filtraba a través de los agujeros.

- Con la práctica espiritual sucede lo mismo -dijo el maestro - Mientras uno permanece de pie en la roca de la personalidad e intenta llenarse con cucharadas de conciencia espiritual. No es ése el modo de llenar un colador con agua, ni nuestra esencia con vida espiritual.

- Entonces, ¿cómo se hace? -preguntó la mujer.
El maestro tomó el colador en sus manos y lo arrojó lejos al mar. El colador flotó unos instantes y después se hundió.

- Ahora está lleno de agua y así permanecerá -dijo el maestro. -Ese es el modo de llenar un colador con agua y es el modo de realizar la práctica espiritual. No se logra vertiendo pequeñas dosis de vida espiritual en la individualidad, sino arrojando la individualidad dentro del mar de la vida espiritual.
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jueves, 17 de diciembre de 2009

LIBERA TU MENTE




Para liberarte de tu mente empieza por escuchar la voz que habla dentro tu cabeza, y hazlo tan frecuentemente como puedas. Presta una atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo, a esos viejos discos de gramófono que pueden haber estado dando vueltas en tu cabeza durante años.

Esto es lo que llamo «observar al pensador», que es otra manera de decir: escucha la voz dentro de tu cabeza, mantente allí como presencia que atestigua.

Cuando escuches la voz, hazlo imparcialmente. Es decir, no juzgues. No juzgues ni condenes lo que oyes, porque eso significaría que la misma voz ha vuelto a entrar por la puerta de atrás.
Pronto te darás cuenta de esto: la voz está allí y yo estoy aquí, observándola. Esta comprensión Yo soy, esta sensación de tu propia presencia, no es un pensamiento. Surge de más allá de la mente.

Así, cuando escuchas un pensamiento, no sólo eres consciente del pensamiento, sino también de ti mismo como testigo del pensamiento. Ha hecho su aparición una nueva dimensión de conciencia.

Cuando escuchas el pensamiento, sientes como si hubiera una presencia consciente —tu yo profundo— por debajo o detrás de él. De este modo el pensamiento pierde su poder sobre ti y se disuelve rápidamente, porque ya no energetizas tu mente mediante la identificación con ella. Es el principio del fin del pensamiento compulsivo e involuntario.

Cuando el pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la corriente mental, una brecha de «no-mente». Al principio las brechas serán cortas, tal vez duren unos segundos, pero gradualmente se irán prolongando. Cuando ocurren estas discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el principio del estado natural de sentirte unido al Ser, generalmente nublado por la mente.

Con la práctica, la sensación de quietud y de paz se va ahondando. De hecho, esa profundidad no tiene fin. También sentirás una sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de ti: la alegría de Ser.

En este estado de conexión interna estás mucho más alerta, más despierto que en el estado de identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva la frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.
A medida que profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se le denomina en Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura. En ese estado sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente insignificantes. Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de desprendimiento y generosidad. Te lleva más allá de lo que pensabas que era «tu identidad». Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es inconcebiblemente mayor que tú.

En lugar de "observar al pensador", también puedes crear una apertura en la corriente mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al ahora. Basta con que te hagas intensamente consciente del momento presente.
Esto es algo por demás satisfactorio. De este modo retiras la conciencia de tu actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta y consciente, pero no piensas. Ésta es la esencia de la meditación.

En tu vida cotidiana puedes practicar esto tomando cualquier actividad rutinaria, que habitualmente sólo es un medio para un fin, y darle toda tu atención para que se convierta en un fin en sí misma.

Por ejemplo, cada vez que subas o bajes las escaleras en tu casa o en tu puesto de trabajo, presta mucha atención a cada escalón, a cada movimiento, incluso a tu respiración. Mantente totalmente presente.

O cuando te laves las manos, presta atención a todas las percepciones sensoriales asociadas con esa actividad: el sonido y la sensación del agua, el movimiento de tus manos, el aroma del jabón, etc.

O cuando entres en tu coche, después de cerrar la puerta, detente durante unos segundos y observa el flujo de tu respiración. Toma conciencia de una silenciosa pero intensa sensación de presencia.

Hay un criterio que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de paz que sientas en tu interior.

El paso más vital en tu camino hacia la iluminación es éste: aprende a no identificarte con tu mente. Cada vez que creas una apertura en el flujo mental, la luz de tu conciencia se fortalece.

Puede que un día te sorprendas sonriendo a la voz que suena en tu cabeza como sonreirías a las travesuras de un niño. Esto significa que has dejado de tomarte el contenido de tu mente tan en serio, y que tu sentido de identidad ya no depende de él.
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martes, 15 de diciembre de 2009

MUJER SABIA




Dicen que a cierta edad las mujeres nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años jóvenes. Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi existencia, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento de mi existencia como ahora.

Descubrí que no soy una princesa de cuento de hadas, descubrí al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas. Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás. Y a pesar de ello.... ¡quererme mucho!

Cuando me miro al espejo ya no busco a la que fui... sonrío a la que ahora soy.... Me alegro del camino andado, asumo mis contradicciones. Siento que debo saludar a la joven que fui con cariño, pero dejarla a un lado porque ahora me estorba. Su mundo de ilusiones y fantasía, ya no me interesa.

¡Qué bien vivir sin la obsesión de la perfección!
¡Qué bien no sentir ese desasosiego permanente que produce correr tras los sueños!
"La vida es tan corta y el oficio de vivirla es tan difícil, que cuando uno comienza a aprenderlo, ya hay que morirse."
UNA MUJER SABIA ACEPTA ESO
Y MUCHO MÁS...
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viernes, 11 de diciembre de 2009

BUENA SUERTE, MALA SUERTE



En una aldea de China vivía un campesino con su familia. Una noche hubo una tormenta muy grande y cayó un rayo que destrozó la cerca que guardaba la granja, por ese motivo el único caballo que tenia el campesino se escapó. A la mañana siguiente llegaron sus vecinos y todos le decían; el único caballo que tenias y se ha escapado, ahora no podrás arar la tierra y te morirás de hambre, ¡que mala suerte has tenido!

El campesino bajaba la cabeza y decía; mala suerte, buena suerte, ¿quien sabe?.. Pasaron unos días y una mañana el campesino vio como su caballo volvía pero no volvía solo traía con el a una potrilla salvaje. El campesino se alegro mucho , a la mañana siguiente llegaron sus vecinos y todos le decían… ha vuelto tu caballo y encima trae consigo una potrilla, ahora tendrás potrillos y podrás venderlos te harás un hombre rico ¡que buena suerte has tenido!

El campesino bajaba la cabeza y decía, buena suerte , mala suerte, quien sabe, Un día el hijo del campesino quiso domar a la potrilla pero como era salvaje dio un salto y tiro al muchacho , del golpe el hijo del campesino se quedo cojo, los vecinos fueron a visitarle y le decían, que pena, el único hijo que tienes y se ha quedado cojo, que mala suerte has tenido!

El campesino bajaba la cabeza y decía; buena suerte , mala suerte, ¿quien sabe? En ese tiempo llegaron malas noticias a la aldea, todos los muchachos tenían que ir a la guerra, el hijo del campesino no pudo ir porque era cojo, un día volvieron los vecinos y todos le decían . Todos nuestros hijos han muerto en la guerra, tu hijo es el único que se ha salvado por no poder ir a causa de su cojera, ¡que buena suerte has tenido! Y el campesino bajando la cabeza contestaba: buena suerte, mala suerte, quien sabe???....

La moraleja de este antiguo consejo chino es:
"La vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno malo. Lo mejor es esperar siempre el día de mañana.
Todo tiene una razón de ser, solo necesitas saber distinguir lo pasajero de lo definitivo. Y dirás; ¿Qué es lo pasajero?- Pues lo inevitable . ¿que es lo definitivo? –las lecciones de lo inevitable." Ante lo inevitable, algunos se quedan descorazonados, otros, sin embargo, se hacen mas fuertes y los mas sabios aprenden."
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jueves, 10 de diciembre de 2009

DHARMA



Es la responsabilidad esencial que cada uno le debe a la sociedad de seres sensibles dentro de la que nace, al medio ambiente y por último, a nuestro "Ser" interior más alto.

El Dharma es lo que le debemos a la vida, la vida no nos debe nada, ya que ¡nos ha regalado la vida misma! Somos nosotros los que estamos comprometidos con ella con la finalidad de favorecer la evolución del grupo y el desarrollo personal por el solo acto de estar vivos.

Al hablar de numerología, se dice, que al momento de nacer se nos da un Dharma, esto tiene que ver con la fecha de nuestro nacimiento, podríamos decir que es la misión que nos ha sido encomendada. Si no aprendemos a escuchar nuestro interior, y no actuamos acorde con nuestra esencia, estaremos dentro de una vida de sufrimiento y dolor, esto es señal de que no estamos cumpliendo nuestra misión. No hay mayor tristeza que no seguir la voz de nuestro corazón, seguir nuestro Swadharma.

El Swadharma es el camino a la alegría y la felicidad. Tiene que ver con la tendencia psíquica individual o naturaleza, y sus necesidades para el crecimiento.

Es muy común criticar los defectos de los demás y que no podamos ver los nuestros, Cristo nos decía: "Como puedes ver la paja en el ojo ajeno y no puedes ver la viga que hay en tu ojo", ya que la "paja" que criticamos es la misma "viga" que no vemos, es decir, cuando nos molesta algo de alguna persona, cuando criticamos su forma de ser o conducirse, debemos detenernos a analizar si este defecto no lo tenemos nosotros, por lo general sucede un fenómeno de proyección en donde vemos nuestros defectos proyectados en la gente con la que convivimos, es como una advertencia, una señal, es la forma más directa que tenemos de vernos a nosotros mismos y corregir lo que haya que corregir.

Por eso es mejor no malgastar nuestra energía juzgando y criticando a los demás y emplearla mejor en ordenar nuestra vida, superar nuestros defectos, acrecentar nuestras virtudes para continuar en nuestro proceso evolutivo ¡eso ya es suficiente trabajo!.
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miércoles, 9 de diciembre de 2009

MENTE VIEJA, MENTE NUEVA



En nuestra cultura materialista, el mundo externo es de primordial importancia. Aunque podemos de algún modo controlar nuestras circunstancias externas, nos damos cuenta de que este control es limitado; que existen aspectos de la vida que no podemos cambiar – el pago de los impuestos, la conducta de nuestros hijos, la vejez, etc. Ya que no podemos evitar que nos ocurran cosas que no desearíamos, el razonamiento concluye que somos víctimas de la vida o tontas criaturas que luchan con poder limitado una batalla perdida contra la naturaleza.

Nos han enseñado que estamos capturados por las circunstancias y que la realidad externa tiene la última palabra sobre quiénes somos, cómo nos sentimos, qué pensamos y qué es posible.

Como la mayoría de nuestras creencias fundamentales, esta versión de la realidad parece cierta.

Pero ¿es acaso TODA la verdad?

Podemos ver la realidad desde diferentes ángulos, de modo que podemos elegir cómo responder a los eventos. Tendemos a olvidar que la mente es flexible, permitiendo que la experiencia nos controle: si nos pinchamos la piel sangraremos, si gastamos todo nuestro dinero estaremos quebrados… pero cuando nos suceden cosas desagradables, ¿tenemos que sentirnos completamente deprimidos?

Cuando nos sucede algo, respondemos de una forma habitual y específica. El Ego tiende a considerarnos como algo determinado, y sin embargo tenemos la capacidad de decidir cómo queremos vivir, y de utilizar las circunstancias cambiantes para beneficiarnos a nosotros y al mundo; si nos tomamos el tiempo de conocer a nuestra mente y cómo determina nuestra calidad de vida.

Es la mente, el Ego, más que cualquier otra circunstancia externa quién crea nuestro sufrimiento. Muchas veces utilizamos las circunstancias para suspender nuestro trabajo interior cuando podríamos utilizarlas como una oportunidad para, concientemente, descubrir la sanación en momentos difíciles. Aprendiendo a retirarnos del temor de nuestro Ego hacia la perspectiva del Alma y separando el dolor de nuestra reacción frente a él, podremos reducir nuestro sufrimiento un poco más.

No son los hechos los que crean el sufrimiento, sino el modo en que la mente lidia con ellos el que lo provoca. Por ejemplo, he notado una epidemia de “si tan sólo...” Es un auto-sabotage, reteniéndonos en una trampa de nostalgias, aferrándonos a lo que podría haber sido, incapaces de permanecer en el momento presente.

Si nos aquietamos y atendemos nuestro interior, descubriremos cuán vitalizante puede ser utilizar nuestra mente en formas que nos liberan de las trampas del pasado.

Uno de los métodos más simples que conozco para trabajar con la mente es la meditación de la atención.
Esta técnica deriva de la tradición budista, sin embargo no es necesario ser budista para beneficiarnos con sus resultados ni requiere cierta fe, devoción religiosa ni conocimientos metafísicos de ningún tipo.

La meditación de la atención simplemente nos invita a reconocer nuestra mente, utilizando la respiración como el objeto de atención. Esta práctica nos ayuda a mover de lugar el Ego, y a comenzar a vivir desde la perspectiva del Alma.
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lunes, 7 de diciembre de 2009

LOS TRES NIVELES EL SER




Habitualmente nos contactamos con el mundo desde nuestro Ego: yo primero. El dominio del Ego incluye todo aquello que experimentamos como “nosotros mismos” en el plano psico-físico: el cuerpo, la personalidad, fama, reputación, posesiones, emociones y las estructuras conceptuales o creencias que nuestra mente desarrolla para ayudarnos a funcionar. El Ego, utilizando el famoso dicho de Descartes, está hecho de lo “que pensamos” que somos: un cuerpo-mente de cierta edad, con ciertos gustos, deseos, opiniones. En el mundo, este Ego sólo puede registrar otros Egos, separados, seres sintientes, y utiliza como sistema de operación sólo aquello que la ciencia es capaz de explicar y con la computadora cerebral como único vehículo.

Pero, el Ego es una pequeñísima cosa en el mar de a Conciencia, Más allá del Ego encontramos el Alma.

El Alma está aquí para aprender.
Y la vida y todas las inevitables dificultades son la primera lección con que cuenta.
Para qué todo este aprendizaje? Para el futuro, por supuesto. La paz mental después. Mucho después. Aunque sé que esto podrá causar algunos problemas, lo diré de todos modos: El Alma trasciende la muerte y reencarna. Eso es en lo que yo creo. Estamos aprendiendo para transformarnos eventualmente en Budas, alcanzar el Cielo, unirnos con lo Divino. Estar aquí cincuenta u ochenta años sólo para terminar aniquilados al final no tiene sentido. Nada en el universo es tan ineficiente como eso. Tenemos que estar aquí para aprender; sino nuestras dificultades no tendrían ningún sentido.
Para el Ego, el sentido de nuestra existencia pasa por los roles que desempeñamos y las posiciones que ocupamos.

Para el Alma, el sentido es el aprendizaje.
Cuando expandimos nuestra auto imagen para incluir el Alma, notamos que se produce un cambio en nuestra conciencia personal; una liberación del pequeño y egótico Yo a un contexto más abarcador. Desde esta perspectiva del Alma, podemos observar nuestros Egos desde afuera. Esto nos permite observar a nuestra mente y cuerpo de forma sorprendente y novedosa, como si las puertas del Yo se abrieran y pudiéramos finalmente salir, disfrutar del paisaje, y poner una necesaria distancia entre aquello que somos (desde la perspectiva el Alma) y el sufrimiento que experimentamos en el nivel del cuerpo y la mente.

Así, con la práctica, podremos disfrutar de la increíble sanación que implica reconocernos también como seres espirituales.

Pero, así como la ola no es el océano, el Alma no representa la completa extensión de la conciencia. Más allá del nivel del Alma, encontramos el fundamento mismo del Ser, al que he denominado Conciencia (con mayúscula).

El nivel del Ego está contenido por el nivel del Alma; y el del Alma lo está por el de la Conciencia. La Conciencia no tiene límites externos, es eterna e infinita. Hay muchas palabras para describir este dominio omnipresente: Dios, Brahma, Lo Sin Nombre, Lo Sin Forma, Lo Inmanifiesto, Lo Absoluto. El Ego y el Alma son partes inherentes de la conciencia, así como la Conciencia es la esencia misma de aquello que somos. Este salto del Yo a la Conciencia es un paso difícil para el Ego, sin embargo, significa la unión mística experimentada por los santos y descripta por poetas, en donde el Yo separado queda atrás y se disuelve en Dios, retornando al hogar, hacia aquello que de verdad somos.

La Conciencia, Dios, como quiera llamarse, está más allá del tiempo y de los conceptos. Este es el fundamento del Ser. Las Almas surgen de la Conciencia como pequeñas big bangs”. La relación del Alma con la Conciencia es como la de un niño con su madre. La clara luz de la Conciencia es el lugar adonde el Alma anhela retornar. El viaje del alma es madurar hacia el encuentro con Dios.

Hay un maravilloso ejercicio para entrar en el plano de la Conciencia. Se realiza acostado boca arriba, observando el cielo, y viendo las nubes pasar. Luego de un rato, comienzas a sentir que el cielo representa la Conciencia. Te puedes identificar con él. Las nubes serían los fenómenos que emergen en tu mente y cuerpo – deseos, temores, imágenes, sonidos, olores, todo. El cielo no presta atención a las nubes que pasan. Simplemente se mantiene abierto.

Los que se requiere, es el simple conocimiento de que somos más que nuestros cuerpos y mentes. Que el Ego sea sólo un fragmento de quiénes somos realmente, es shockeante para el sistema al principio. Pero una vez que comienzas a experimentar la conciencia del Alma en la vida cotidiana, descubrirás que ofrece un gran alivio para el dolor, el temor a las pérdidas, el enojo y otros estados mentales difíciles. También te permite dar un paso atrás y observar quién eres, con sabiduría y espaciosidad. Esta práctica requiere humildad y paciencia.

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miércoles, 2 de diciembre de 2009

ACUERDOS ENTRE ALMAS




Con cada persona que forma parte de nuestra vida establecemos un acuerdo de almas. Esto significa que mucho tiempo atrás, en el reino de las almas, prometimos tener un encuentro especial, compartir la vida, modelar la experiencia, completar otra alma, al unirnos con ella en esta vida terrenal. Los acuerdos entre las almas son compromisos para el crecimiento del alma en conjunción con otra. De esta manera, emprendemos el viaje hacia un estado de conciencia y apertura total que los místicos denominan "iluminación".

Estos compromisos son el motivo por el cual, en ocaciones, sentimos una extraña conexión con otra persona; otras veces no entendemos que alguien con carácter difícil forme parte de nuestra vida, o nos preguntamos simplemente por qué recorremos la vida junto a alguien, como si existiera un acuerdo tácito que a su vez puede terminarse abruptamente.

Como miembros de esta comunidad de almas reunidas en la vida sobre la Tierra, hemos acordado no sólo recordar a los demás sobre el estado puro original, sino también realizar todo lo posible dentro de la existencia humana, infinitamente cambiante, con el fin de asegurar el
crecimiento de nuestra propia alma y la de los demás.

Algunas personas vienen al mundo para ser bellas y fuertes, otras para ser complicadas o raras ; algunas para morir jóvenes y enseñarnos a través de la desolación de tan terrible pérdida; otras, para vivir muchos años e instruírnos mediante su sabiduría.

Sin embargo, no importa cual sea nuestro rol: todos formamos parte de este gran destino espiritual que principalmente consisite en recordar nuestra esencia eterna y dirigir nuestros actos hacia la unión final.

Es así que cada persona que conocemos, en situaciones buenas o terribles, breves o duraderas y cada relación de la que formamos parte representan una pequeña escena en el eterno conjunto humano, cuyo fin es el desarrollo del alma.

Al advertir esto, uno podrá asombrarse y comprender que cada persona presente en nuestra vida tiene un importante propósito: el de entrar en contacto con nuestra alma y hacerla crecer; que cada relación existe para agudizar la conciencia de nuestra alma.

Así, ya nadie nos resulta extraño, ninguna relación puede verse como un error o un fracaso. A la luz del espíritu, comprendemos que estamos cumpliendo nuestro rol, en miras a la realización, de un plan perfecto y eterno.
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