jueves, 12 de noviembre de 2009

EL VALOR DEL PRANAYAMA



El hombre puede poner sus nervios voluntarios en acción cuandoquiera que lo desee, y dejarlos reposar si se fatigan. Cuando la totalidad de los nervios del sistema nervioso voluntario requiere descanso, el hombre se entrega naturalmente al sueño, mediante el cual los nervios voluntarios se recuperan y pueden operar nuevamente con todo su vigor.

Los nervios del sistema involuntario, sin embargo, desde el nacimiento, continúan operando sin descanso, independientemente de la voluntad del hombre; puesto que este último no tiene control alguno sobre ellos, no puede interferir en lo mas mínimo en su funcionamiento. Cuando estos nervios se fatigan, también necesitan descansar y se duermen naturalmente; este sueño de los nervios involuntarios se llama el gran sueño, la muerte.

Cuando esto ocurre, la circulación, la respiración y otras funciones vitales se detienen y el cuerpo físico comienza a deteriorarse naturalmente. Al cabo de cierto tiempo, cuando este gran sueño a terminado, el hombre despierta con todos sus deseos y renace en un nuevo cuerpo físico para satisfacer sus diversos anhelos. De esta forma, el hombre se mantiene atado a la vida y la muerte, y no le es posible alcanzar la salvación final.

Si le es posible al hombre controlar los nervios del sistema involuntario, mediante el Pranayama antes mencionado, puede él detener el desgaste del cuerpo físico y dar periódicamente descanso a los nervios involuntarios (del corazón, los pulmones y otros órganos vitales), tal como lo hace con sus nervios voluntarios durante el sueño. Luego de tal descanso obtenido mediante el Pranayama, los nervios involuntarios se recuperan y operan con una energía renovada.

Así como después del sueño, cuando los nervios voluntarios han descansado, el hombre no requiere ayuda para despertar naturalmente, así también después de la muerte, cuando él ha disfrutado de un descanso total, despierta naturalmente a la vida en un nuevo cuerpo sobre la tierra.

Si el hombre puede “morir” – es decir, poner conscientemente su sistema nervioso completo, voluntario e involuntario, a descansar cada día mediante la práctica de Pranayama – su organismo entero funciona con gran vigor. El yogui que persevera en la práctica de Pranayama, obtiene control total sobre la vida y la muerte. Prescindiendo en esta forma del prematuro deterioro físico que acosa a la mayoría de los seres humanos, puede él conservar su cuerpo indefinidamente y disponer del tiempo necesario para consumir su karma, satisfaciendo todos los deseos de su corazón (deshaciéndose así de ellos) en una sola vida.

Al encontrarse finalmente purificado, no le es necesario ya retornar más a este mundo bajo la influencia de Maya, la Oscuridad, o sufrir la “segunda muerte”.

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1 comentario:

LUX dijo...

LO ENTIENDO TODO AL RELEER CON ÁTENCIÓN.. ME CUESTA CAPTAR LO DE "LA SEGUNDA MUERTE" O LA INFLUENCIA DE MAYA, CURIOSAMENTE AYER COMENCÉ LA LECTURA DE MI NUEVO LIBRO, Y APARECIÓ ESE NOMBRE, MAYA, LA OSCURIDAD... ME LLAMA LA ATENCIÓN!! TENEMOS QUE HABLARRRR!! JAJAJAJAJAJ QUE TIA MÁS PLASTA.

BESOS,

NAMASTÉ.