sábado, 28 de febrero de 2009

Los principios morales básicos del yoga



Los principios morales básicos del yoga se recogen en dos secciones generales de
los Yoga Sutras de Patanjali: Yamas (las restricciones) y Niyamas (las observancias).
Patanjali propone estas normas directrices porque el hombre no percibe fácilmente,
salvo después de muchas penosas pruebas y errores, las leyes que gobiernan su propia
naturaleza. Muchos de sus actos son autodestructivos: la drogadicción, por ejemplo. Se
puede decir, "Soy libre de drogarme cuando quiera". Esto es cierto, pero no es una
afirmación de verdadera libertad, ya que la drogadicción conduce a la esclavitud mental.
La verdadera libertad se obtiene comprendiendo las leyes naturales y ateniéndose a
ellas. Los principios morales universales son en realidad postes indicadores hacia la
libertad verdadera y eterna.
Los principios de yama están concebidos como directrices a seguir para que nuestra
energía no se "derrame" y podamos avanzar espiritualmente. Un cubo lleno de agujeros
no puede llenarse de leche. De igual forma, la mente humana no puede llenarse de la
paz divina mientras sus poderes se vacíen continuamente a través de apegos y deseos.
Las normas de yama están concebidas para ayudar al yogui a tapar esos "agujeros" y
que pueda así comenzar a almacenar en su cuerpo y cerebro la "leche" de la paz divina.
Las normas del yama o control, son proscriptivas. Cuando podamos eliminar la
inarmonía física y mental de nuestro organismo, no tendremos que trabajar para
volvernos armoniosos. Somos espíritu; lo que nos hace creer que somos otra cosa es el
velo de la ilusión que se ha echado sobre la perfección eterna de nuestra verdadera
naturaleza. El oro puede ser enterrado en el barro, pero si le quitamos el barro volverá a
aparecer dorado.
Las normas de yama son:
1) Ahimsa, no-violencia
2) Satya, no-mentir
3) Ashteya, no-robar
4) Brahmacharya, no-sensualidad
5) Aparigraha, no-codicia
Puede parecer extraño ver estos principios enunciados de forma negativa. La razón
es que cuando la cualidad negativa se elimina, revelan su virtud opuesta. Cada regla del
yama sirve, asimismo, para permitir que florezcan virtudes innatas. Hablando de una
manera figurada, cada yama elimina la suciedad que recubre el oro de nuestro auténtico
ser. Lo que queda, una vez que hemos eliminado la tendencia negativa, es una realidad
del alma.


1.- Ahimsa, (no violencia).
Es un término popularizado por Mahatma Gandhi, que gracias a la resistencia no
violenta, condujo a la India a la emancipación política de Gran Bretaña. La no violencia,
entendida correctamente, es el Arma Disuasoria del hombre fuerte; convierte al enemigo
en amigo al desvanecer la posibilidad de fomentar el conflicto.
La razón de que se formule negativamente (podría haberse traducido como
"benevolencia") es que cuando desechamos de nuestro corazón el impulso a dañar a los
demás, la benevolencia se revela como una cualidad natural del corazón.
La meta del yoga es comprender la unidad de toda la vida. Todo cuanto separe
nuestra conciencia de la inmensidad de la vida equivale a una negación de la unidad que
buscamos por medio de la meditación. El deseo de dañar a un ser vivo, o al medio
ambiente, que en cierto grado es vivo y consciente, nos aliena de la realidad del alma y
afirma la ilusión del ego. Todos somos expresiones de Dios, de la misma forma
(utilizando una imagen muy querida por Yogananda) que las llamas de un quemador de
gas, aunque parezcan separadas unas de otras, son sólo manifestaciones del gas que hay
bajo ellas. Si te hago daño, en sentido real estoy haciéndome daño a mí mismo. El dicho
de Jesús, "Ama a tu prójimo como a ti mismo" en sentido profundo significa, "Ama a tu
prójimo; él es tú Mismo".
Lo importante en las normas de yama y niyama no es su expresión exterior, sino la
actitud interna del corazón. En este mundo de relatividad es inevitable hacer daño con
sólo vivir. Cuando respiramos mueren multitud de gérmenes. Al conducir, el parabrisas
del coche se llena de insectos. Es imposible practicar literalmente ahimsa hasta la
perfección.
A lo que se refiere Patanjali, esencialmente, es a la actitud mental, no a los actos
literales del cuerpo. Es la actitud personal la que puede conducirnos hacia la liberación
o hacia una esclavitud mayor. Lo que se entiende por ahimsa es una actitud de no hacer
daño (un sentimiento de benevolencia universal). Por tanto, para practicar ahimsa,
debemos mantener en todo momento una actitud no violenta.
El Bhagavad Gita declara que existen situaciones en las que debe infringirse un
daño menor para impedir uno mayor, evitar ese daño menor es en sí un acto de
violencia. A veces es necesario luchar, por ejemplo hacerlo en una guerra justa, con
ánimo de brindar seguridad al inocente frente a la voluntad destructora del agresor.
Es importante también comprender el principio de la no violencia en cuestiones
sutiles, por ejemplo: se puede matar el entusiasmo de los demás; del mismo modo la
burla, la falta de respeto, tratar a los demás airadamente o con miradas de desprecio,
constituyen formas de violencia que, por no ser físicas sino psicológicas, pueden hacer
incluso más daño que herir el cuerpo.
Al practicar Hatha Yoga, debemos tener una actitud de no violencia hacia nuestro
cuerpo. Tenemos que realizar las posturas con un sentido de relajación, de
autoexploración y no de castigo.
La no violencia se aplica también a la meditación. El deseo de infligir daño crea en
nosotros una tensión interna, que entra en conflicto con la paz que intentamos
desarrollar mediante la meditación.
Patanjali indica que cuando desarrollamos Ahimsa a la perfección, hasta la fieras
salvajes y los criminales se amansan en nuestra presencia.


2.- Satya, (no mentir).
Su enunciado de modo negativo indica que cuando hemos superado el deseo de
distorsionar la verdad se revela nuestra tendencia natural: ser veraces.
Satya es la actitud necesaria para superar nuestras falsas nociones sobre la vida.
Nuestro camino hacia Dios consiste en liberarnos de las falsas ilusiones. El científico
que en su investigación trabaja con rigor, sin que ninguna predisposición personal
influya en sus resultados, está practicando el no mentir. La persona que examina sus
gustos y aversiones sin prejuicios, también está practicando satya. Para un examen
profundo de la realidad se necesita una visión limpia y cristalina.
El no mentir debe ser entendido en sentido sutil, porque los hechos y la verdad no
siempre son sinónimos. Por ejemplo, una persona hospitalizada puede estar muy
enferma, y si se le dice "¡Estás muy mal!", esta afirmación puede empeorar su estado.
Pero si la visualizamos con buena salud y le decimos con profunda convicción "¡Te
encuentro muy bien!", es posible que nuestras palabras le den fuerza e incluso que se
cure.
Existen verdades superiores e inferiores. Llamar a un hombre estúpido no es una
verdad superior. Utilizar palabras hirientes, aunque se basen en hechos evidentes, pero
superficiales y temporales, es una falsedad en sentido espiritual. El alma es siempre
sabia, siempre perfecta. Por tanto ser veraz no significa ser objetivo al pie de la letra.
Hay que recordar que la verdad es siempre beneficiosa, pero la afirmación de un
hecho puede ser beneficiosa o perjudicial. Si existe la posibilidad de que sea dañina, no
debe ser tomada como una verdad en su sentido más elevado. Si en algún momento
comprendes que no puedes hablar sinceramente sin riesgo de hacer daño, la mejor
alternativa es guardar silencio.
Una actitud de no mentir significa ver las cosas tal como son, aceptar la posibilidad
de estar equivocado, cuidar que los gustos y aversiones no perjudiquen la percepción de
la realidad. La veracidad significa buscar siempre la Luz Divina brillando en medio de
la oscuridad, ver a Dios en todo y en todos, afirmar la bondad incluso ante la maldad y
hacerlo siempre desde la honestidad absoluta, no porque nos gustaría que fuera así.
Satya es esencial en la meditación como defensa contra las alucinaciones y contra
los apegos a otros engaños comunes, que llegan a la mente procedentes del
subconsciente. Las alucinaciones son un obstáculo para la meditación; pueden ser
visuales, pero también pueden tomar otras formas engañosas: por ejemplo, de guía
"intuitiva"; estas “intuiciones” y falsas visiones procedentes del subconsciente,
deprimen la mente, alejándola de la superconciencia.
¿Cómo se puede saber si una experiencia es superconsciente o es una alucinación?.
Las experiencias superconscientes van acompañadas de una elevación de la conciencia
interior. Asimismo producen resultados beneficiosos y duraderos. Las experiencias
superconscientes no son vagas, por ejemplo si se ve una luz en la superconciencia será
clara, no turbia o difusa. La inspiración que se siente produce claridad mental, no
vaguedad o confusión.
En Hatha yoga el dominio del cuerpo está en relación con la conciencia que se tiene
de él. En las posturas de yoga se debe tener una actitud de no engaño. Al practicar las
posturas sé consciente interiormente de tu cuerpo. Por ejemplo, concéntrate en la
tensión que impide el estiramiento; sé honesto reconociéndola. Te darás cuenta de que
aceptándola podrás superar el obstáculo que te impide avanzar.
Patanjali, en los Yoga Sutras, indica que la persona en quien este principio de satya
se establece firmemente, desarrolla el poder de alcanzar los frutos de la acción sin
necesidad de actuar. Su simple pensamiento, su sola palabra, son vinculantes para el
universo.


3.- Ashteya, (no robar).
Ashteya no solamente significa no adueñarse de lo que pertenece a otros, sino no
codiciar la propiedad de los demás. Significa no desear nada que no sea tuyo por
derecho. Significa no desear siquiera lo que es tuyo por derecho, puesto que tu felicidad
no debe estar condicionada por el hecho de conseguirlo o no. El deseo nos mantiene
atados a las cosas, buscando la felicidad en ellas, en lo externo y lleva a la mente lejos
de su verdadera identidad, impidiéndonos alcanzar la dicha espiritual.
Este yama puede entenderse como contentamiento con lo que se tiene, sabiendo que
lo que nos pertenece por derecho llegará en su momento. Podemos trabajar por
conseguirlo, pero no debemos trabajar movidos por el deseo, así no viviremos “para lo
exterior” sino para nuestro ser más profundo.
El robo, o la codicia, debe ser entendido también en sentido sutil. Hay personas que,
según Sri Yukteswar, “cortan las cabezas de los demás para parecer más altas”. Hablar
con crueldad a otros o de otras personas, es pensar que la virtud nos pertenece a
nosotros exclusivamente. Fortalecer nuestro ego a expensas del ego de los demás es
reforzar el engaño. El ego es el mayor obstáculo que nos separa de la auténtica visión de
la unidad de la vida.
Astheya es esencial en la meditación, ya que el más leve deseo llevará a la mente
hacia el exterior. El secreto de la paz interior es la ausencia de deseos. Mientras no
seamos capaces de calmar los deseos del corazón, la meditación no será posible. El flujo
de la energía debe ser canalizado desde el corazón hacia el interior y hacia arriba, hacia
el entrecejo, si queremos que la meditación nos conduzca a la iluminación.
En la práctica de Hatha yoga toma conciencia de que toda la energía del universo
está a tu disposición. Ábrete mentalmente al flujo de la energía y dirígela a tu cuerpo
mediante el ejercicio directo de tu voluntad e irrádiala también a los demás como una
bendición.
Patanjali, en los Yoga Sutras, indica que la persona en quien el principio de Astheya
se establece firmemente, tendrá riqueza siempre que la necesite y todas sus necesidades
estarán cubiertas.


4.- Brahmacharya, (no sensualidad).
Quizá para comprender este yama deberíamos comenzar delimitando qué significa
sensualidad en sentido yóguico. En la interpretación de Patanjali no todos los placeres
sensoriales implican sensualidad. No se trata de que rechacemos el mundo y sus
infinitas bellezas tachándolas de sensuales. Debemos entender la sensualidad como
aquella tendencia, derivada de los placeres sensoriales, que nos aparta del sentido de
unidad universal y nos lleva a acentuar la conciencia de estar separados de los demás
seres de la creación. Una experiencia será tanto más sensual cuanto más se oriente hacia
los sentidos y el egoísmo. Por tanto, para practicar brahmacharya debemos evitar las
experiencias que emboten nuestra sensibilidad espiritual y buscar aquellas que
aumenten nuestra conciencia y la armonía con cuanto nos rodea.
Brahmacharya debe interpretarse como auto-control. Se basa en el reconocimiento
de que nuestro auténtico poder procede de nuestro interior, no de las satisfacciones
externas. Cuanto más vivamos en esta dirección, sin derrochar nuestras energías en lo
sensual, más poder alcanzaremos. Dispersar nuestras fuerzas (incluyendo hablar
demasiado, actuar demasiado o toda clase de excesos) nos lleva a perder el control.
A muchas personas les resulta difícil comprender el sentido del auto-control porque
la satisfacción sensorial, incluso la liberación de tensiones, suele ir acompañada de una
aparente sensación de libertad y, como consecuencia, de una cierta paz interior. Pero un
sentimiento auténtico de paz y libertad no son posibles si conllevan una disipación de
energía. La energía es la clave del autodesarrollo y la verdadera paz y libertad necesitan
aporte, no gasto, de energía. La verdadera libertad debe trasmitir un sentimiento de
poder, de expansión y de bienestar.
El grado de conciencia de una persona depende de la cantidad y dirección de la
corriente de su energía interior. Debemos tratar de alimentar al máximo nuestra energía
interior y dirigirla hacia el cerebro. La norma para alcanzar la felicidad es retirar nuestra
energía de los sentidos y dirigirla hacia nuestra fuente interna y ascendentemente hacia
el ojo espiritual.
Durante el siglo veinte se escribió mucho sobre los perjuicios de la represión. No se
estudiaron los efectos elevadores de la transmutación. No se puede hablar de represión
cuando una persona utiliza medios científicos para dirigir la corriente de energía hacia
el cerebro. Cuando se actúa voluntariamente no hay represión sino transmutación.
Cuando se aprende a dirigir así la energía los efectos son totalmente positivos: mayor
alegría, mayor poder de concentración, mayor fuerza física.
Patanjali afirma que cuando se perfecciona el principio de no-sensualidad física y
mental, el yogui adquiere enorme vigor. Swami Vivekananda atribuía sus espectaculares
poderes mentales a la observancia de brahmacharya. Se cuenta que en una ocasión le
regalaron la Encyclopeadia Britannica. Dos semanas más tarde había leído ¡los trece
primeros volúmenes!. Cuando uno de sus discípulos puso en duda que hubiera podido
retener mucho de cuanto había leído, Vivekananda le desafió:
- Pregúnteme lo que quiera de esos trece volúmenes.
Respondió correctamente a todas las preguntas, incluso fechas y nombres de
lugares.
Durante la meditación puedes aplicar este principio esforzándote por llevar la
energía y la conciencia por la columna hacia el entrecejo.
En las prácticas de las posturas de yoga realiza también este ejercicio de
interiorización de la energía. No permitas que se gaste en el simple ejercicio muscular o
el movimiento.


5.- Aparigraha, (no codicia).
Aparigraha también se ha traducido como no-avaricia. Realmente el significado más
sutil de este yama es el de no-apego.
No-codicia se refiere a no desear ni siquiera lo que es nuestro, lo que ya nos
pertenece. Recuerda que el tercer yama hablaba de no desear lo que no nos pertenece,
pero en este caso se va más allá, hasta no identificarnos siquiera con nuestro cuerpo y
nuestra personalidad, sino con aquella parte de nosotros que se vuelve hacia el interior.
Aparigraha nos propone vivir en el mundo como invitados que pasan aquí una
temporada, con una parte de nuestra mente viviendo siempre en la eternidad, libre de
todo apego. Este no aferrarse a nuestras cosas, no codiciar nada de cuanto tenemos,
conduce a superar las identificaciones temporales, incluso la identificación con nuestro
cuerpo actual, que es nuestro sólo durante un corto periodo de tiempo. Por eso Patanjali
afirma que practicada hasta la perfección, la no-codicia tiene como resultado recordar
encarnaciones pasadas, antiguas identificaciones con otros cuerpos, otros lugares y otros
hechos.
La base para practicar este yama es recordar que nada nos pertenece, ni siquiera
nuestros actos o nuestros pensamientos, porque todo pertenece y forma parte de Dios.
Debemos superar la identificación con nuestra mente y nuestro cuerpo que oscurece la
verdad de que el alma es, en esencia, infinita y eterna. Fortalecernos en nuestro
auténtico ser nos permite disfrutar de todo cuanto se nos presenta en el mundo sin
preocuparnos por su pérdida. Nos aporta alegría.
Durante la meditación esfuérzate por liberarte mentalmente de las identificaciones
mundanas. Corta las cuerdas emocionales que te atan a tus posesiones. Puede resultarte
útil afirmar mentalmente: “¡No soy el cuerpo!. ¡Soy Espíritu, siempre gozoso, siempre
libre!”.
En la práctica de Hatha yoga trata de vencer los dictados del cuerpo. Y en general en
tu vida diaria no te sometas a él. Tu cuerpo es tuyo para utilizarlo, no para mimarlo. No
te permitas nunca decir: “Estoy cansado”. Quizá el cuerpo necesite descanso, pero tú no
eres el cuerpo, eres el alma siempre perfecta. Gradualmente intenta disciplinar tu cuerpo
para que no te domine y seas tú quien ejerza el mando.

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