lunes, 7 de diciembre de 2009

LOS TRES NIVELES EL SER




Habitualmente nos contactamos con el mundo desde nuestro Ego: yo primero. El dominio del Ego incluye todo aquello que experimentamos como “nosotros mismos” en el plano psico-físico: el cuerpo, la personalidad, fama, reputación, posesiones, emociones y las estructuras conceptuales o creencias que nuestra mente desarrolla para ayudarnos a funcionar. El Ego, utilizando el famoso dicho de Descartes, está hecho de lo “que pensamos” que somos: un cuerpo-mente de cierta edad, con ciertos gustos, deseos, opiniones. En el mundo, este Ego sólo puede registrar otros Egos, separados, seres sintientes, y utiliza como sistema de operación sólo aquello que la ciencia es capaz de explicar y con la computadora cerebral como único vehículo.

Pero, el Ego es una pequeñísima cosa en el mar de a Conciencia, Más allá del Ego encontramos el Alma.

El Alma está aquí para aprender.
Y la vida y todas las inevitables dificultades son la primera lección con que cuenta.
Para qué todo este aprendizaje? Para el futuro, por supuesto. La paz mental después. Mucho después. Aunque sé que esto podrá causar algunos problemas, lo diré de todos modos: El Alma trasciende la muerte y reencarna. Eso es en lo que yo creo. Estamos aprendiendo para transformarnos eventualmente en Budas, alcanzar el Cielo, unirnos con lo Divino. Estar aquí cincuenta u ochenta años sólo para terminar aniquilados al final no tiene sentido. Nada en el universo es tan ineficiente como eso. Tenemos que estar aquí para aprender; sino nuestras dificultades no tendrían ningún sentido.
Para el Ego, el sentido de nuestra existencia pasa por los roles que desempeñamos y las posiciones que ocupamos.

Para el Alma, el sentido es el aprendizaje.
Cuando expandimos nuestra auto imagen para incluir el Alma, notamos que se produce un cambio en nuestra conciencia personal; una liberación del pequeño y egótico Yo a un contexto más abarcador. Desde esta perspectiva del Alma, podemos observar nuestros Egos desde afuera. Esto nos permite observar a nuestra mente y cuerpo de forma sorprendente y novedosa, como si las puertas del Yo se abrieran y pudiéramos finalmente salir, disfrutar del paisaje, y poner una necesaria distancia entre aquello que somos (desde la perspectiva el Alma) y el sufrimiento que experimentamos en el nivel del cuerpo y la mente.

Así, con la práctica, podremos disfrutar de la increíble sanación que implica reconocernos también como seres espirituales.

Pero, así como la ola no es el océano, el Alma no representa la completa extensión de la conciencia. Más allá del nivel del Alma, encontramos el fundamento mismo del Ser, al que he denominado Conciencia (con mayúscula).

El nivel del Ego está contenido por el nivel del Alma; y el del Alma lo está por el de la Conciencia. La Conciencia no tiene límites externos, es eterna e infinita. Hay muchas palabras para describir este dominio omnipresente: Dios, Brahma, Lo Sin Nombre, Lo Sin Forma, Lo Inmanifiesto, Lo Absoluto. El Ego y el Alma son partes inherentes de la conciencia, así como la Conciencia es la esencia misma de aquello que somos. Este salto del Yo a la Conciencia es un paso difícil para el Ego, sin embargo, significa la unión mística experimentada por los santos y descripta por poetas, en donde el Yo separado queda atrás y se disuelve en Dios, retornando al hogar, hacia aquello que de verdad somos.

La Conciencia, Dios, como quiera llamarse, está más allá del tiempo y de los conceptos. Este es el fundamento del Ser. Las Almas surgen de la Conciencia como pequeñas big bangs”. La relación del Alma con la Conciencia es como la de un niño con su madre. La clara luz de la Conciencia es el lugar adonde el Alma anhela retornar. El viaje del alma es madurar hacia el encuentro con Dios.

Hay un maravilloso ejercicio para entrar en el plano de la Conciencia. Se realiza acostado boca arriba, observando el cielo, y viendo las nubes pasar. Luego de un rato, comienzas a sentir que el cielo representa la Conciencia. Te puedes identificar con él. Las nubes serían los fenómenos que emergen en tu mente y cuerpo – deseos, temores, imágenes, sonidos, olores, todo. El cielo no presta atención a las nubes que pasan. Simplemente se mantiene abierto.

Los que se requiere, es el simple conocimiento de que somos más que nuestros cuerpos y mentes. Que el Ego sea sólo un fragmento de quiénes somos realmente, es shockeante para el sistema al principio. Pero una vez que comienzas a experimentar la conciencia del Alma en la vida cotidiana, descubrirás que ofrece un gran alivio para el dolor, el temor a las pérdidas, el enojo y otros estados mentales difíciles. También te permite dar un paso atrás y observar quién eres, con sabiduría y espaciosidad. Esta práctica requiere humildad y paciencia.

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1 comentario:

LUX dijo...

Requiere pero que MUCHA paciencia!!!!
Pero lo conseguiré, se que estoy en lo correcto, sepa hacerlo mejor o peor, ahí voy y me encanta.

besos muchos!!