sábado, 24 de enero de 2009

ESPIRITUALIDAD



“No somos seres humanos que tienen experiencias espirituales ocasionales; sino todo lo contrario: somos seres espirituales que tienen experiencias humanas ocasionales.”
Deepak Chopra

Nuestra cultura está fuertemente influenciada por los valores judeocristianos de caridad y trabajo. Sin embargo, esta sociedad como la conocemos se ha desarrollado esencialmente durante el siglo XX, y sus más profundas creencias están enraizadas en el llamado materialismo filosófico. Esta etiqueta no se refiere a nuestro amor por las posesiones y el dinero sino a la idea de que la realidad está determinada por lo que percibimos con nuestros sentidos.

Si algo no puede ser visto, saboreado, escuchado, tocado, o medido en un laboratorio; el materialismo sostiene que existe sólo como una creación mental. Aunque los fenómenos no-materiales (extra-sensoriales) existen en la esfera de la religión, nuestra visión de la realidad “cotidiana” está básicamente divorciada del reino del espíritu.
Nos basamos en lo que la ciencia indica para decidir qué es real y qué no.

Sin embargo, hay muchas cosas que no podíamos ver ni creíamos que existieran hace 200 años: átomos, quarks, propulsión aerodinámica, agujeros negros, ni tampoco soñar con los microscopios y los telescopios que actualmente nos permiten observar todas esas cosas. Hoy la ciencia nos dice que el universo está hecho de materia y de energía.

La creencia en que no existe nada más allá de aquello que puede ser visto, gustado, tocado, oído o experimentado tiene consecuencias dramáticas, pero no más graves que la forma en que consideramos los ciclos de nuestras vidas, desde el nacimiento hacia la madurez, la vejez y la muerte.

Para aquellos que consideran la vida sólo por medio de los sentidos, la muerte es el obvio fin del camino; más allá de la desaparición de nuestro cuerpo físico, dicen, no hay nada. Para la gente de fe, pueden existir otros planos o reinos además del terrenal, y aunque nuestros actos afecten al futuro, la vida posterior permanece en el ámbito de la especulación.

De acuerdo a esta visión material, somos entes separados, finitos, y vivimos en un mundo de fenómenos cambiantes, esperando nuestra aniquilación. De modo que no es una gran sorpresa que la muerte y sus amigas la enfermedad y la vejez, hayan sido fuente de tantos temores y se las comprenda tan erróneamente.

El Hinduismo observa la existencia desde una perspectiva mucho más amplia que la de una única vida. Lo que recibimos de la cultura hindú es la comprensión de que el alma continúa existiendo después de la muerte. Este aspecto no físico, no material, de la vida humana es tan real para los hindúes como lo son su cuerpo y su mente, y los lleva a considerar a la muerte no como el final de todo, sino como una transición; y a su vida física como una etapa en el viaje eterno que el alma transita hacia su auto-realización.
La conciencia metafísica nos ayuda a reducir la fuerza de dos compulsiones: a “tenerlo todo” ahora, y a la desesperación frente a las pérdidas: la mayoría de los occidentales nos pasamos la vida preocupados por no perder lo que tenemos.

Esta otra concepción nos ofrece la oportunidad de ocuparnos de cuidar aquello que no puede sernos quitado: nuestra sabiduría y el amor que podemos ofrecer a quiénes nos rodean.

Es importante que reflexionemos sobre si creemos que somos cuerpos con mente y nada más, y que nos preguntemos: ¿hay algo que alguna sea suficiente? En una sociedad enfocada en el plano físico y psicológico, MÁS siempre parece ser MEJOR: más tiempo, más salud, más experiencias, más posesiones.

Deberemos examinar si “más” es REALMENTE “mejor”, y, si alguna vez eso nos alcanza.

Si consideramos un modelo de la realidad expandida más allá del materialismo filosófico – más cercana a lo que Aldous Huxley denominó “filosofía perenne” – podemos considerar al proceso de vida bajo una luz radicalmente diferente.

:::::::::::::::::::::

No hay comentarios: