sábado, 9 de mayo de 2009

LOS ASPECTOS ESPIRITUALES DE LOS CHAKRAS



Como apuntamos en la lección anterior al hablar del cuerpo astral, el sistema de los
chakras organiza todo el sendero espiritual y nos proporciona un mapa de cómo salir de
la ilusión y llegar a la com-
prensión de Dios. Los tres
chakras inferiores se relacionan
más estrictamente con la
conciencia mundana; los tres
superiores con la conciencia
espiritual. Para espiritualizar
nuestra conciencia debemos
intentar centrar nuestra energía
cada vez más en los tres
chakras superiores, así creare-
mos un magnetismo que atraerá
la energía de los chakras
inferiores hacia arriba. De
todas formas también los
chakras inferiores tienen
aspectos espirituales y para
avanzar hacia nuestra meta
debemos conseguir que toda
nuestra energía se interiorice en
cada uno de los chakras, pase a
través de ellos y llegue al
cerebro. Como hemos dicho,
cada uno de ellos es una etapa
de nuestro peregrinaje interior;
estas etapas, como verás a
continuación, se relacionan con los pasos del sendero espiritual recogidos por Patanjali
en su Ashtanga Yoga.

Cuanta más energía consigamos concentrar en el centro coccígeo, Muladhara
chakra, más se desarrollará nuestro poder para seguir, tanto interior como
exteriormente, las reglas de Yama (control) y más manifestaremos los frutos positivos
de cada uno de los cinco yamas que se estudiaron en la lección dedicada a este tema.

Cuanta más energía se retire hacia el interior del centro sacral, Swadisthana chakra,
más se desarrollará nuestro poder para seguir los principios de Niyama, los “síes” del
sendero espiritual y obtendremos sus recompensas.

Cuando la energía comienza a ser retirada en el centro lumbar, Manipura chakra se
desarrolla la capacidad de Asana, de permanecer firme y relajado/a en una misma
postura durante un tiempo prolongado.

Al retirar la energía en el cuarto chakra, Anahata chakra, el centro dorsal, se
adquiere dominio sobre Pranayama, el control de la energía.

Cuando la energía es atraída al interior del quinto chakra, Vishudha chakra o centro
cervical, comenzamos a entrar en la etapa de Pratyahara, interiorización.

Cuando se retira la energía en el bulbo raquídeo, el polo negativo del sexto chakra,
Ajna chakra, comenzamos a adentrarnos en el estado de Dharana, concentración.
Al interiorizar la energía en el ojo espiritual, el polo positivo del sexto chakra,
Ajna chakra, se llega a la etapa de Dhyana, absorción, el auténtico estado meditativo.
Los aspectos espirituales asociados con este chakra son la Iluminación y el gozo divino.
Como dijimos unos párrafos más arriba, cuando en su ascensión interior la energía
se concentra en el polo positivo del sexto chakra, el “centro de la conciencia Crística” y
se produce allí un fuerte movimiento energético que expande y despierta el chakra, esta
energía se eleva de forma automática hasta el séptimo chakra, Sahasrara y el alma
alcanza su Liberación.
En la consideración de estos aspectos espirituales y nuestro viaje interior, hay que
tener en cuenta que el progreso espiritual no es algo tan preciso y concreto como el A-
B-C. Hay una dirección general de desarrollo, pero el avance no es estricto ni total en
todos los frentes. Podemos alcanzar las distintas etapas en diferentes tiempos, además
haber alcanzado una etapa no significa haber superado por completo las anteriores.
Algunas personas, en cuanto sienten una pequeña energía en un chakra determinado o
un atisbo de las cualidades ligadas al chakra, creen que ya lo han despertado y están
preparadas para pasar a la siguiente etapa de desarrollo. Las cosas no son tan sencillas.
Con frecuencia grandes logros en ciertos sectores del combate espiritual están
acompañados por resultados desalentadores en los demás frentes. Incluso yoguis
altamente avanzados pueden arrastrar todavía las debilidades del orgullo, los celos o la
intolerancia.

No puede decirse que un centro espinal se ha despertado hasta que Kundalini no
haya pasado por él con todo su poder.
Tal como se señala en la figura que acompaña este apartado, los chakras se
corresponden con los llamados “elementos” básicos de la materia: tierra, agua, fuego,
aire y éter. Estos elementos no se relacionan con los elementos químicos, sino que
simbolizan las etapas elementales de la creación, desde la energía cósmica (éter) hasta la
manifestación material (tierra). En este sentido simbolizan también las etapas del
desarrollo espiritual y el camino que tiene que seguir el alma para volver a su origen en
el Espíritu, desde la conciencia más burda, material (tierra) que corresponde al primer
chakra, hasta la más espiritual o sutil (éter) que corresponde al centro cervical. A los
centros superiores corresponde el elemento más sutil que el éter, llamado en yoga
superéter.

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