lunes, 25 de mayo de 2009

PRINCIPIOS DE CURACION



Paramhansa Yogananda compara la vida humana a una casa provista de tres
ventanas, la del cuerpo, la de la mente y la del Alma. A través de ellas entran los rayos
de la luz perfecta de Dios.
Todas las enfermedades físicas, las inarmonías psicológicas y
las enfermedades del Alma nacidas de la ignorancia, se derivan del propio error
humano, que nos lleva a cerrar esas ventanas. Y la conclusión lógica es que si, sea
conscientemente o no, el ser humano cierra las ventanas de la vida dadoras de salud,
tiene que abrirlas de nuevo por su propio esfuerzo. La ignorancia de una ley no puede
ser una excusa para escapar a ella cuando se ha infringido.

Hay muchas formas de abrir las tres ventanas de la vida bloqueadas. Esas formas
pueden llamarse genéricamente “Curación”. Y la curación en general puede clasificarse
en Curación Física, Curación Psicológica y Curación Espiritual.
En nuestro tiempo fue Freud quien comprendió que existían no sólo enfermedades
físicas, sino también mentales. Pero actualmente todavía no se tiene conciencia de las
enfermedades espirituales. Si bien se habla de falta de paz mental, de no encontrar
sentido a la vida, de falta de dirección en la vida, etc. la mayoría de las personas no
tienen definida en su mente la enfermedad espiritual.

La enfermedad espiritual, que está en la base de todas las enfermedades y es la
verdadera causa de la enfermedad, tanto mental como física, es la ignorancia. No
sabemos encontrar solución a la enfermedad porque desconocemos su causa, sólo
somos conscientes de sus consecuencias. Tal vez creamos que la causa de determinadas
dolencias reside en un problema psicológico, pero la auténtica causa de la enfermedad
es ignorar quién somos realmente y por qué estamos aquí. Ignorar a nuestra alma,
ignorar nuestra naturaleza espiritual, es la fuente de todas las enfermedades.


La perspectiva médica
La salud es producto de un proceso de integración. Para alcanzar una buena salud
debemos desarrollarnos como un todo y no considerarnos como un cuerpo compuesto
por partes separadas con muy poca relación entre sí. El cuerpo y la mente actúan en
armonía y además debe reconocerse nuestra relación con el universo circundante.
En nuestra cultura occidental la medicina está todavía anclada en gran medida en la
visión mecanicista del mundo creada por Descartes en el siglo XVII y dotada por
Newton de una base matemática. En esta visión la naturaleza se dividía en dos reinos
separados e independientes: la mente y la materia. El universo material era una máquina
y el cuerpo humano, como parte de él, se reducía también a una máquina. Muchos
profesionales de la medicina tienden a seguir considerando el cuerpo humano como un
simple mecanismo y a tratarlo como un coche que se lleva al garaje. Se concentran en
reparar y reemplazar las partes defectuosas, pero hacen poco por fortalecer el conjunto
del sistema, dando oportunidad a las partes defectuosas de repararse por sí mismas.

Pero
el cuerpo humano es mucho más complejo y sutil que el motor de un automóvil. Somos
seres en los que la mente, la materia y el espíritu forman un todo. Existe una
inteligencia, una conciencia que trabaja en nuestro cuerpo. Los rishis de la India
reconocieron hace miles de años que el componente fundamental de la existencia no es
la materia. No es tampoco la energía atrapada en esa materia, es la inteligencia infinita.
Esta inteligencia está más allá de la comprensión sensorial directa y de la ciencia
objetiva; existe en el plano de la conciencia.

En la lección dedica al origen del yoga hablamos de los Yugas, pues bien, desde el
siglo XX, pasada una etapa de transición, hemos entrado plenamente en la era de
Dwapara (Dwapara Yuga), la era de la energía. Quizá fue la ciencia física la primera en
acusar la nueva conciencia de esta era. Desde comienzos del siglo XX la Física ya no
concibe el universo como una máquina. El tiempo y el espacio han dejado de ser
absolutos. Cuando observamos las partículas subatómicas no vemos ningún tipo de
sustancia material, sino patrones dinámicos que se transforman continuamente unos en
otros.

La revolución iniciada por la Física está transformando la visión del mundo y los
valores en todos los campos científicos. Esta nueva percepción comienza a afectar
también a la Medicina. La Medicina tradicional está cambiando. No será raro que dentro
de unos 100 años ya no se utilicen medicamentos, sino que se trabaje con energía.
Además empiezan a conocerse los ritmos del cuerpo y a tratarse el cuerpo por medios
más sutiles.

Esto es básico para la curación, no existe un sistema terapéutico o unos
medicamentos que actúen de la misma forma para todos. Las personas responden de
forma distinta a un mismo tratamiento y esto se debe en parte a sus expectativas; la
esperanza de curarse juega un papel muy importante en la curación, como se ha
comprobado utilizando placebos con grupos de personas que creían estar tomando un
medicamento. Por ejemplo, un estado de alegría, de felicidad, puede llevarte a curarte
de enfermedades que los médicos no logran dominar. Hablamos de esperanza, de
felicidad, es decir, hablamos de energía y sobre todo hablamos de conciencia.
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