lunes, 27 de abril de 2009

EL CUERPO ASTRAL




La palabra “astral” significa simplemente luz o energía. Existe todo un universo de
energía alrededor de nosotros y dentro de nosotros. Desde hace milenios los yoguis
afirman que detrás de la aparente realidad física del universo existe otra realidad a nivel
más profundo: una realidad energética. Y que esta energía, como manifestación del
Espíritu, tiene vida y conciencia. Como sabes, esta energía recibe el nombre de prana,
la fuerza vital universal o energía cósmica consciente.
El conocimiento de este ‘universo de energía’ y especialmente de
nuestra energía interna o universo astral, es clave para nuestro bienestar físico, mental y
espiritual. Este universo interior es un ‘lugar’ fundamental, es el terreno de las
transformaciones, el sitio donde podemos realizar nuestros ‘cambios de marcha’”.
Por encima de todo debemos saber y experimentar realmente que somos mucho más
que un amasijo de carne y huesos. ¡Estamos hechos de energía y luz! Somos almas
atrapadas en tres “recipientes corporales”, luchando por liberarnos. Estos tres cuerpos
son:

Físico- es el cuerpo material, “sólido”, de carne y hueso.
Astral- es el cuerpo de energía, luz, vibración.
Causal- es el cuerpo “ideacional”, el pensamiento, la sustancia mental

Los tres cuerpos se suceden desde el más denso, sólido o burdo (el físico), al más
ligero, etéreo o menos denso y burdo (el causal). El cuerpo astral es la conexión entre ellos.
Para hacerte una idea de estos tres cuerpos puedes recurrir a la siguiente imagen:
Imagina que deseas construir una casa. Diséñala en tu mente con toda claridad, con su
forma, color, tamaño, etc. Esto representa el aspecto causal del edificio, la idea. Esta
idea tiene un enorme poder. Todo comienza con una idea. El universo comenzó también
con una idea y existe todo un universo de ideas. También tu cuerpo existe en forma
ideacional.
Para sacar tu edificio del plano causal y convertirlo en algo tangible, físico, tienes
que aportar energía en forma de dinero, materiales, albañiles… Esto representa el
aspecto astral del edificio. Existe todo un universo de energía. Tu cuerpo existe
también en forma de energía.

Finalmente tu idea de la casa, gracias a la energía aportada, se convierte en el
edificio material. Esto representa el aspecto físico del edificio. Y así existe un universo
material, físico y tu cuerpo existe también en forma física, que es la más sólida y
familiar para nosotros.
De estos tres aspectos, ¿cuál es el más importante a la hora de construir una casa?
Los tres son necesarios, pero sin la participación de la energía la idea no podrá hacerse
realidad en el plano material.
Así pues, la clave para convertir una idea en realidad material es la energía. La clave
para realizar una transformación en nosotros es la conciencia y control de la energía, es
decir, trabajar con nuestro cuerpo astral.

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miércoles, 1 de abril de 2009

La relación entre Respiración y Energía



Pranayama es la cuarta etapa del
Ashtanga Yoga de Patanjali, que puede traducirse como el Sendero Óctuple del yoga.
Ya sabes también que, contrariamente a cómo suele utilizarse, pranayama no significa
“ejercicios respiratorios” ni ninguna clase de técnica yóguica. Es el estado en que
adquirimos control sobre nuestro prana, nuestra fuerza vital. En realidad es un tipo muy
específico de control, el que retira el prana de los sentidos.

Cuando conseguimos retirar el prana de los sentidos y llevarlo al interior, a nuestro
Ser, rompemos la hipnosis que nos lleva a identificarnos con el cuerpo y echamos abajo
el pensamiento narcotizante de que nuestra felicidad depende de las circunstancias
externas. Mientras no logremos este estado, los estados más avanzados del Ashtanga
Yoga nos esquivarán.

Los yoguis de la antigüedad desarrollaron un amplio espectro de técnicas para lograr
el estado de Pranayama.
En realidad todas las técnicas de yoga –visualizaciones, asanas, afirmaciones,
meditación, incluso la actitud correcta- pueden ser llamadas técnicas de pranayama,
porque son distintas formas de ayudarnos a dominar nuestra energía.
Cuando controlamos conscientemente la respiración utilizamos nuestra voluntad
para actuar sobre nuestra energía vital, prana. Los ejercicios llamados pranayamas nos
permiten, por medio de la respiración, no sólo atraer más fuerza vital gracias a la
entrada de oxígeno, sino también magnetizar nuestra columna astral controlando nuestra
energía y en última instancia nuestra conciencia.

Con cada inspiración la energía se mueve hacia arriba por la columna astral y con
cada espiración se mueve hacia abajo.
. Si lo haces con calma y conscientemente, cada vez que inspiras experimentas
cierta sensación de movimiento ascendente en tu interior y cada vez que espiras de
movimiento descendente. Esta “sensación” es el movimiento del prana.

Aunque en principio pueda parecerte sorprendente, los yoguis afirman que la
respiración es un efecto, no una causa, del movimiento de la fuerza vital; pues la energía
es un aspecto sutil, pero fundamental, de nuestro ser. Cuando con nuestra fuerza de
voluntad, es decir con el uso del poder mental, controlamos la respiración, nuestra
mente está controlando la energía, que a su vez controla la respiración física. Los tres
niveles, físico, energético y mental, están íntimamente ligados.

Así pues, cuando controlamos la respiración de determinadas formas, ejercemos
influencia sobre la energía interior. Esta energía se refuerza desarrollando la
consciencia, concentración y voluntad.

Hemos hablado mucho sobre la importancia de retirar la fuerza vital de los sentidos
y llevarla hacia el interior. Patanjali dice que cuando se consigue hacer esto, se levanta
el velo de la Luz Interior y la mente está dispuesta para entrar en dharana, auténtica
concentración. La verdadera concentración significa percibir claramente algunos
aspectos de la realidad interior, luz, sonido, gozo, etc.

Pero esto todavía está lejos del objetivo último del yoga: Autorrealización,
trascender la conciencia de separación de Dios. Por eso cuando practiques las técnicas
de pranayama, hazlo con el pensamiento de que tu meta es el samadhi, la unidad. Deja
que este pensamiento dirija y determine tus esfuerzos.
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miércoles, 25 de marzo de 2009

CÓMO DESARROLLAR MAGNETISMO



Como sabes, el fenómeno del magnetismo que se manifiesta en un imán se debe a
que éste emite sutiles líneas de fuerza, que pueden ser trazadas sobre un papel utilizando
limaduras de hierro. Nuestro cuerpo es como un imán cuyos polos son la base de la
columna y la parte superior de la cabeza.
El efecto del yoga consiste en imantar nuestro cuerpo y nuestra conciencia. Al igual
que una barra de hierro se imanta cuando sus moléculas se disponen en la dirección
Norte-Sur, el yoga alinea nuestras “moléculas” en la dirección correcta. Si aprendemos
a imantarnos, a dirigir nuestras moléculas sutiles en una sola dirección, nuestro
magnetismo se fortalecerá enormemente.

El magnetismo es clave a todos los niveles de nuestra vida, en la salud, los negocios,
las relaciones humanas y también para encontrar a Dios.
Del mismo modo que un cable por el que circula una corriente eléctrica crea un
campo magnético, cuando diriges tu energía en una única dirección creas un campo
magnético que será tanto más fuerte cuanto mayor sea la corriente de energía que
circula por tu interior. Si creas un flujo mental fuerte, tus pensamientos tendrán
magnetismo.
Todas las leyes físicas tienen su base en leyes espirituales. Si observas una ley en el
mundo material, puedes estar seguro de que existe una ley correspondiente a nivel más
profundo.

La ley del karma, por ejemplo, se expresa en la ley de la dinámica de Newton
según la cual a toda acción corresponde una reacción igual y de sentido contrario.
Nosotros poseemos un campo magnético, que se ve influido por otros campos
magnéticos, como el de los planetas o el de las demás personas. El poder de este campo
magnético es tan fuerte que nuestros pensamientos atraen hacia nosotros lo que
pensamos. Por ejemplo, si desarrollamos pensamientos de amor atraemos amor, o lo
mismo si desarrollamos pensamientos de odio. Gracias a este principio podemos atraer
hacia nosotros aquello que deseemos, el éxito, por ejemplo. Los pensamientos de éxito
desarrollarán las cualidades necesarias para obtenerlo.
Si convencemos a nuestra mente de que somos capaces de hacer algo, si la
convencemos profundamente, no a nivel superficial, nos sorprenderemos de lo que
podemos conseguir.

En una ocasión Paramhansa Yogananda encargó a un pintor el retrato de su
paramgurú Lahiri Mahasaya. Cuando el pintor le entregó el cuadro no le satisfizo el
resultado. Preguntó al autor cuánto tiempo había empleado en dominar su arte. Éste le
contestó que 20 años.
- ¿Quiere decir que tardó 20 años en convencerse de que podía pintar? Inquirió
Yogananda sorprendido.
El pintor, ofendido le retó:
- Me gustaría ver qué era capaz de hacer usted en ese tiempo.
- Déme solamente una semana. Fue la respuesta de Yogananda.
Al cabo de una semana Yogananda presentó ante el pintor la obra que había
realizado y éste tuvo que admitir que era mejor que una que él había hecho sobre el
mismo tema.
Lógicamente Yogananda no utilizó esa semana en aprender la técnica pictórica, lo
que hizo fue sintonizarse con la obra que quería realizar.
Si queremos dominar en algún campo del arte, la ciencia, la tecnología, etc. lo
principal que debemos hacer no es adquirir destreza en ese campo o aprender las
técnicas que lo gobiernan, lo más importante es entrar en su conciencia. Sintonizarse
con ella.

No podremos crear paz si desarrollamos pensamientos de ira. Si para protegernos de
una posible amenaza ponemos en marcha todo un sistema basado en el odio, sólo
fomentaremos odio y la amenaza crecerá. Si deseamos paz lo primero que debemos
hacer es comportarnos pacíficamente. Tenemos que imantar nuestro corazón dirigiendo
todas sus “moléculas” hacia la paz y así atraeremos a los demás hacia la paz. Las
vibraciones que creamos en nuestro interior tienen poder magnético para atraer aquello
en lo que pensamos. Pero el magnetismo no es sólo mental, es también del corazón.
Ofrece tu energía con amor, con sentido de ir desde tu ego al Infinito.
Clases de magnetismo
Una persona puede desarrollar distintos tipos de magnetismo, algunos de los cuales
pueden incluirse en la categoría de magnetismo físico. En las enseñanzas del yoga este
magnetismo se trata en muchos aspectos. Swami Kriyananda cuenta que conoció a un
hombre con magnetismo para los animales y aunque no era un hombre fuerte, podía
imponerse incluso a los leones.

Pero no debemos olvidar que nuestra meta es espiritual. El cuerpo es parte de
nuestra naturaleza y debemos desarrollarnos equilibrada y armoniosamente, sin
embargo tenemos que poner cuidado en no alimentar al ego. Nuestro magnetismo debe
dirigirse siempre hacia la parte superior de la cabeza.
El poder del magnetismo es algo maravilloso porque la energía que sentimos en
nosotros es la misma que creó el universo. Si aprendes a dominarla de manera adecuada,
espiritualmente, no tendrás límites para actuar sobre lo que desees.
Formas de desarrollar el magnetismo
Existen dos formas fundamentales de desarrollar nuestro magnetismo.

1) Sintonizarse con personas que lo posean. Una barra metálica se magnetiza
cuando se coloca cerca de un trozo de hierro imantado. De la misma forma, para
adquirir un fuerte magnetismo es importante relacionarse con personas que posean el
tipo de magnetismo que desees desarrollar. Si deseas atraer el éxito mantente en
contacto con personas de éxito, no con fracasados. Si quieres adquirir magnetismo artístico debes relacionarte con artistas. Frecuenta la compañía de devotos si quieres
desarrollar magnetismo espiritual.
Ésta es una de las razones por las que en las enseñanzas de yoga se recomienda
practicar satsanga, buena compañía. Es también uno de los motivos por los que es tan
importante tener un gurú, un maestro que haya alcanzado a Dios, pues sintonizando
nuestra conciencia con él podremos “alinear” nuestras moléculas en su dirección y
adquirir su poder magnético.
2) Practicar Yoga. Como ya dijimos el yoga alinea las moléculas de tu interior. Para
ello podemos utilizar múltiples técnicas: Hacer ejercicios de respiración llevando la
energía hacia arriba por la columna; concentrarnos profundamente en el ojo espiritual;
liberar el poder de la kundalini*. Todo cuanto dirija tu energía hacia arriba alinea tus moléculas.

Además de estas dos formas básicas, también puede adquirirse magnetismo
actuando correctamente con relación al cuerpo. Particularmente con respecto a la
alimentación. Si tomas alimentos que bloquean el sistema digestivo creas obstáculos al
flujo de energía en tu interior.
Ciertos alimentos tienen una gran influencia magnética en el cuerpo, algunos de
ellos colapsan el flujo energético. Ésta es una de las razones por la que los yoguis
afirman que no debe comerse carne. Otra razón es que la carne tiene su propio
magnetismo y es muy fuerte, en especial el magnetismo negativo creado por el miedo
del animal en el momento de morir. Las personas que comen carne tienen tendencia
hacia la ira porque esa conciencia de miedo pasa a su cuerpo.
Las frutas, por el contrario, tienen grandes cualidades magnéticas que son
absorbidas por nosotros al comerlas. Los yoguis dicen incluso que cada tipo de fruta
posee su magnetismo. Los plátanos, por ejemplo, desarrollan humildad, las cerezas
alegría, las uvas amor y devoción, las manzanas y peras paz, las fresas dignidad, etc.

Todas las frutas tienen vibraciones espirituales en mayor o menor medida.
Las emociones también influyen en nuestro magnetismo. Si aprendemos a amar a
los demás, a crear armonía en nuestro sistema nervioso por medio de una mente y unos
pensamientos armoniosos, nos daremos cuenta de que nuestra armonía no sólo se
manifestará en el cuerpo, este magnetismo se expandirá a nuestra aura, la aumentará y
fortalecerá y hará imposible que seamos heridos por las circunstancias externas.
En las posturas de Hatha Yoga utiliza tus manos para expandir y fortalecer tu aura
alrededor del cuerpo. Muévete y realiza todas tus actividades con un sentido de poder,
de estar moviéndote en luz. No se trata sólo de aumentar el vigor, la fuerza, todos
nuestros movimientos deben estar bajo nuestro mando.
Se puede desarrollar el aura hasta el punto que los demás la sientan a distancia.
Todos nosotros poseemos la capacidad potencial de ser magnéticos. Sólo tenemos que
dirigir muestras moléculas en el sentido adecuado.

A niveles más sutiles, si llevas tus pensamientos hacia arriba, en la dirección
correcta, desarrollarás intuición. La energía atraerá hacia ti amigos, oportunidades,
facilidades. Por ejemplo, hay personas que consiguen fácilmente buenos empleos, los
demás piensan ¡qué suerte tiene! No es suerte, es magnetismo. Las personas que están
convencidas de que “tendrán suerte” la tienen. Ésta es la razón de la llamada “suerte de los principiantes”. El principiante no piensa, porque las desconoce, en las dificultades,
sino que pone todas sus expectativas, ilusiones, confianza, entusiasmo, en lo que hace.
Si quieres tener suerte no esperes pasivamente que la suerte venga a ti, sal a su
encuentro. Tus pensamientos crean un campo magnético y según sean, así atraerán los
resultados.
La determinación mental a superar los obstáculos atraerá hacia nosotros lo necesario
para superarlos hasta niveles sorprendentes. No permitas que tu mente se oriente hacia
el desastre, si la orientas hacia la resolución de las asuntos obtendrás resultados
extraordinarios.

Han existido algunos criminales que llegaron a ser grandes santos, precisamente
porque para ser un criminal se necesita poseer una determinación muy fuerte. Cuando
decidieron poner su determinación en la dirección correcta pudieron superar su mal
karma acumulado y encontrar a Dios. Para elevarnos, además de dirigir la energía
correctamente, es necesario desarrollar una gran corriente de energía en nuestro interior.
La energía es la clave del éxito. Recuerda. “Cuanto mayor es la voluntad, mayor es el
flujo de energía”. Y puesto que la energía es la responsable del magnetismo, este
axioma se aplica también a él: “Cuanto mayor es el flujo de energía más fuerte es el
campo magnético”.
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lunes, 2 de marzo de 2009

Los principios basicos morales del yoga II




Niyama significa no control. Esta sección contiene cinco normas (síes) que se
refieren a las observancias o preceptos del sendero del Yoga:

1) Saucha (Limpieza)
2) Santosha (Contentamiento)
3) Tapasya (Austeridad)
4) Swadhyaya (Autoestudio o Introspección)
5) Ishwara pranidhana (Devoción al Señor Supremo)


1.- Saucha, (Limpieza)
Limpieza se refiere especialmente a la pureza del corazón, si bien incluye también la
limpieza del cuerpo.
La limpieza del cuerpo es necesaria para el yogui porque sin limpieza física no se
puede tener dominio sobre uno mismo. La suciedad física impide ir más allá del cuerpo
y alcanzar percepciones elevadas. En esta falta de limpieza física se incluyen también
los alimentos insanos y la falta de eliminación de los productos de desecho del cuerpo.
En un jardín la tierra se considera limpia y buena, pero cuando aparece en la cocina
se convierte en suciedad. El corazón humano es impuro cuando desea cosas extrañas a
nuestra verdadera naturaleza. Los pensamientos impuros nos llevan hacia abajo, siendo
menos importante el tipo de asunto de que se trate, que la dirección que imprime a
nuestros deseos. Cierto tipo de música nos eleva, otra nos deprime. Cierto tipo de
compañía puede perturbar sutilmente las vibraciones personales y entorpecer el
desarrollo interior. Es mejor relacionarse con pocas personas e incluso limitarse a la
compañía de gente espiritual. El aislamiento es el precio de la grandeza de espíritu.
Patanjali dice que de la perfección de Saucha surge la conciencia de la liberación del
cuerpo; ya no nos vemos inclinados a la búsqueda del placer físico. El amor por los
demás se vuelve desinteresado y espiritual. El corazón, al liberarse de las impurezas
externas e internas, es capaz de descubrir que los anhelos y deseos que había depositado
en este mundo físico se alcanzan realmente en el Espíritu. Jesús dijo “ Bienaventurados
los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”.
Cuando medites acércate a Dios con el corazón puro y ofrécele a Él todos tus
deseos. Una ducha antes de la meditación ayuda, pero es más importante deshacerse de
los pensamientos y de los impulsos mundanos, porque se aferran a nosotros como el
humo cuando estamos en compañía de fumadores.
En la práctica del Hatha Yoga, Saucha implica la eliminación de las toxinas e
impurezas físicas, de la tensión y de las obstrucciones al flujo de la energía en el cuerpo
que impiden alcanzar el bienestar físico y espiritual.


2.- Santosha, (contentamiento)
Contentamiento significa aceptar las cosas tal como son y sentirse feliz con que lo
sean. Este niyama es considerado como la virtud suprema no sólo por los grandes
yoguis, sino por los santos de todas las religiones. San Francisco de Sales decía: “Un
santo triste es un triste santo”. La razón es que cuando se adquiere esta virtud, con ella
vienen de la mano muchas otras. Cuando existe alegría interior es fácil ser amable, no
enfadarse ni deprimirse, sentirse y comportarse con elevación.
El contentamiento se alcanza, no cuando todo va bien, sino practicándolo como una
auténtica cualidad. Si esperas a que todo vaya bien, pasarás tu vida esperando hasta la
siguiente encarnación.
¿Cómo adquirir santosha? Cuenta Sri Gyanamata que en una ocasión en que estaba
pasando por momentos muy difíciles se encontraba orando al atardecer y de pronto le
fue dictada la siguiente oración: “Señor, no cambies las circunstancias de mi vida,
cámbiame a mi misma”.
No debemos permitir que nuestra felicidad dependa de las condiciones externas. Sea
cual sea el ambiente en que nos desenvolvamos o las circunstancias que nos toquen
vivir, nada debe alterar nuestra paz interior.
Tenemos tendencia a buscar nuestra felicidad en el exterior, sin comprender que sin
alegría interior no es posible sentirse satisfecho. Pero si combatimos esa tendencia del
corazón a buscar la felicidad fuera de nosotros, aceptando cuanto tenemos como
procedente de Dios, descubriremos que la alegría ya existe, en este momento, y que está
dentro de nosotros.
Según Patanjali, la práctica de santosha conduce a ver la Dicha Divina en cada
átomo de la creación y más allá de la creación.
En la meditación el contentamiento te será de gran ayuda, al suprimir la tendencia a
“apretar los dientes” y preguntar “¿Cuándo voy a ser FELIZ?
Cuando practiques las posturas de Hatha Yoga, realízalas siempre con un
sentimiento de gozo, casi como si sonrieras internamente.


3.- Tapasya, (Austeridad)
El término sánscrito Tapasya resulta difícil de traducir porque la austeridad parece
tener una connotación de severidad que no es lo que realmente significa. Significa
retirar nuestra energía de los reclamos externos, contenerla para que no se malgaste y
dirigirla hacia arriba.
Podemos enfocar este niyama desde tres puntos de vista, como simplicidad, como
autodisciplina y como supresión de las distracciones.


a) Simplicidad. La austeridad no significa penitencia externa, sino reconocimiento
de que la felicidad no está en las cosas. En el mundo occidental se identifica felicidad
con posesiones; la vida más plena parece la más llena de las llamadas “cosas buenas”,
casas lujosas, comidas refinadas, ropa cara. Por el contrario la madre de Paramhansa
Yogananda le aconsejaba “Nunca desees riquezas”. Cuando él le preguntaba por qué, su
respuesta era: “Porque te esclavizarán”.
b) Autodisciplina. La libertad no está en dejarnos llevar por nuestros impulsos, por
nuestros hábitos, por los caprichos de nuestro cuerpo, sino en ejercer férreamente
nuestra voluntad. Debemos entender la voluntad, no como la mera facultad de desear,
sino de actuar como inteligencia, independientemente de nuestros instintos, desde
nuestro ser más elevado.
En el sentido más sutil, practicar tapasya significa dominar nuestros gustos y
aversiones. Significa firmeza para contener la corriente que nos arrastra hacia fuera.
c) Supresión de las distracciones. Las distracciones crean vacío interior. Si
queremos llegar a realizar algo importante en la vida debemos aprender a canalizar
nuestras energías. Se cuenta que cuando el gran físico Albert Eisntein se entregaba a la
resolución de un problema se olvidaba hasta de comer, ¡a veces durante días!
Con la práctica del autocontrol se adquiere un enorme poder. Patanjali afirma que la
perfección en tapasya desarrolla ciertos poderes sutiles o siddhis latentes en el ser
humano.
Al meditar disciplina tu mente para que no se deje arrastra de aquí para allá. No
permitas que te domine, dile firmemente que ahora quien dirige “la orquesta” eres tú.
En la práctica de Hatha Yoga haz cada movimiento con la máxima consciencia, con
la sensación de ser dueño de tu cuerpo, no de que tu cuerpo te domina como un coche
cuesta abajo y sin frenos. Cada movimiento debe ser pausado y armonioso, aunque sólo
sea estirar un dedo.

4.- Swadhyaya, (Autoestudio)
Swadhyaya o autoestudio es mucho más que autoanálisis e investigación de nuestras
motivaciones ocultas; es más profundo que el autoanálisis intelectual. Significa tomar
conciencia de uno mismo; trata de un “estudio del yo” que se convierte en la aventura
suprema del autodescubrimiento
Autoestudio, en sentido yóguico, significa erradicar del corazón los engaños y falsos
apegos que nos impiden comprender qué somos realmente: el Espíritu Infinito.
El autoestudio debe comenzar con la autocrítica. Recuerda que antes de juzgar a los
demás tienes que juzgarte a ti mismo. La autocrítica realizada con objetividad te llevará
al segundo paso en swadhyaya, la introspección. Lleva a cabo una observación
cuidadosa de tus propios pensamientos, sentimientos y motivaciones. Paramhansa
Yogananda recomienda practicar la introspección todas las noches para comprobar si
estás siendo arrastrado por la corriente de los malos hábitos o estás desarrollando tu
fuerza de voluntad. De esa forma llegarás a conocerte tal como eres. Al avanzar en la
práctica de la introspección se llega al autoconocimiento. Se descubre que nuestra
realidad no son nuestras debilidades, nuestras limitaciones, nuestro comportamiento
externo. Se descubre que la realidad fundamental del ser que está más allá del
pensamiento, la forma y la sustancia, que no puede ser observada ni analizada, que ni siquiera puede definirse, aunque a veces se describe por medio de su cualidad esencial:
el gozo.
Patanjali dice que de la perfección en la práctica de swadhyaya se obtiene el poder
de entrar en contacto con seres de esferas más elevadas de existencia y recibir su ayuda.
Pues gracias al autoestudio y al descubrimiento de nuestros estados profundos de
conciencia, es posible sintonizar con niveles de conciencia más elevados.
Swadhyaya es también el objetivo más profundo del Hatha Yoga: preparar el
cuerpo, como se haría con un templo, para la comunión con el Señor Infinito y con esos
eminentes seres que viven siempre en Su luz.


5.- Ishwara pranidhana, (Devoción al Señor Supremo)
Este niyama no trata sobre sentimientos sensibleros, sino sobre enfocarse
completamente en lo que se desea; enfocarse profundamente, con todo el corazón.
En una historia de la India se cuenta que un joven se dirigió a un santo para que le
enseñase a meditar. El santo supo que el aspirante a discípulo todavía no estaba
preparado, así que le llevó hasta la orilla del río y agarrándole le metió la cabeza debajo
del agua. Se la mantuvo hundida hasta que el joven, en su agonía, empezó a dar patadas.
Entonces el santo le preguntó: “¿Qué era lo que más deseabas cuando tenías la cabeza
dentro del agua?”. “Aire”, respondió el joven. El santo le dijo: “Cuando desees a Dios
de ese modo, vuelve a mí”.
¿Por qué hablar de Dios si el yoga no se basa en creencias sino en prácticas? Porque
no se puede ascender espiritualmente sin concebir que existe algo más elevado que la
conciencia humana. Si el yogui, al querer llegar a realidades más elevadas, les llama
“Dios”, ¿cuál es la objeción?. El hombre, con su pequeña mente, no puede comprender
un estado de perfección absoluta, pero es correcto que sienta devoción hacia ese ideal.
Paramhansa Yogananda dijo en una ocasión, “Cuando encuentras a Dios comprendes
que es un Ser consciente a quien se puede recurrir y no simplemente un estado mental
abstracto”.
Tener devoción al Ser Supremo es fundamental para el progreso espiritual. Sin
devoción no se puede avanzar por el sendero espiritual, de igual modo que no se
avanzaría por una carretera difícil si no se tiene deseo de llegar al final del viaje. Sri
Yukteswar dijo que no podemos siquiera poner un pie delante del otro en el camino
espiritual sin “despertar el amor natural del corazón”.
Patanjali dice que gracias a la perfección en Ishwara pranidhana se entra en el rayo
de amor divino, donde reside la Conciencia infinita. Sin ese amor no es posible recibir
la sutil emisión que emana del corazón del Silencio Infinito.
Las posturas de yoga deben hacerse con un sentido de adoración si se quiere obtener
de ellas el mayor beneficio. Fueron creadas por grandes sabios que veían en ciertas
posturas la expresión externa de los movimientos internos del alma.

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sábado, 28 de febrero de 2009

Los principios morales básicos del yoga



Los principios morales básicos del yoga se recogen en dos secciones generales de
los Yoga Sutras de Patanjali: Yamas (las restricciones) y Niyamas (las observancias).
Patanjali propone estas normas directrices porque el hombre no percibe fácilmente,
salvo después de muchas penosas pruebas y errores, las leyes que gobiernan su propia
naturaleza. Muchos de sus actos son autodestructivos: la drogadicción, por ejemplo. Se
puede decir, "Soy libre de drogarme cuando quiera". Esto es cierto, pero no es una
afirmación de verdadera libertad, ya que la drogadicción conduce a la esclavitud mental.
La verdadera libertad se obtiene comprendiendo las leyes naturales y ateniéndose a
ellas. Los principios morales universales son en realidad postes indicadores hacia la
libertad verdadera y eterna.
Los principios de yama están concebidos como directrices a seguir para que nuestra
energía no se "derrame" y podamos avanzar espiritualmente. Un cubo lleno de agujeros
no puede llenarse de leche. De igual forma, la mente humana no puede llenarse de la
paz divina mientras sus poderes se vacíen continuamente a través de apegos y deseos.
Las normas de yama están concebidas para ayudar al yogui a tapar esos "agujeros" y
que pueda así comenzar a almacenar en su cuerpo y cerebro la "leche" de la paz divina.
Las normas del yama o control, son proscriptivas. Cuando podamos eliminar la
inarmonía física y mental de nuestro organismo, no tendremos que trabajar para
volvernos armoniosos. Somos espíritu; lo que nos hace creer que somos otra cosa es el
velo de la ilusión que se ha echado sobre la perfección eterna de nuestra verdadera
naturaleza. El oro puede ser enterrado en el barro, pero si le quitamos el barro volverá a
aparecer dorado.
Las normas de yama son:
1) Ahimsa, no-violencia
2) Satya, no-mentir
3) Ashteya, no-robar
4) Brahmacharya, no-sensualidad
5) Aparigraha, no-codicia
Puede parecer extraño ver estos principios enunciados de forma negativa. La razón
es que cuando la cualidad negativa se elimina, revelan su virtud opuesta. Cada regla del
yama sirve, asimismo, para permitir que florezcan virtudes innatas. Hablando de una
manera figurada, cada yama elimina la suciedad que recubre el oro de nuestro auténtico
ser. Lo que queda, una vez que hemos eliminado la tendencia negativa, es una realidad
del alma.


1.- Ahimsa, (no violencia).
Es un término popularizado por Mahatma Gandhi, que gracias a la resistencia no
violenta, condujo a la India a la emancipación política de Gran Bretaña. La no violencia,
entendida correctamente, es el Arma Disuasoria del hombre fuerte; convierte al enemigo
en amigo al desvanecer la posibilidad de fomentar el conflicto.
La razón de que se formule negativamente (podría haberse traducido como
"benevolencia") es que cuando desechamos de nuestro corazón el impulso a dañar a los
demás, la benevolencia se revela como una cualidad natural del corazón.
La meta del yoga es comprender la unidad de toda la vida. Todo cuanto separe
nuestra conciencia de la inmensidad de la vida equivale a una negación de la unidad que
buscamos por medio de la meditación. El deseo de dañar a un ser vivo, o al medio
ambiente, que en cierto grado es vivo y consciente, nos aliena de la realidad del alma y
afirma la ilusión del ego. Todos somos expresiones de Dios, de la misma forma
(utilizando una imagen muy querida por Yogananda) que las llamas de un quemador de
gas, aunque parezcan separadas unas de otras, son sólo manifestaciones del gas que hay
bajo ellas. Si te hago daño, en sentido real estoy haciéndome daño a mí mismo. El dicho
de Jesús, "Ama a tu prójimo como a ti mismo" en sentido profundo significa, "Ama a tu
prójimo; él es tú Mismo".
Lo importante en las normas de yama y niyama no es su expresión exterior, sino la
actitud interna del corazón. En este mundo de relatividad es inevitable hacer daño con
sólo vivir. Cuando respiramos mueren multitud de gérmenes. Al conducir, el parabrisas
del coche se llena de insectos. Es imposible practicar literalmente ahimsa hasta la
perfección.
A lo que se refiere Patanjali, esencialmente, es a la actitud mental, no a los actos
literales del cuerpo. Es la actitud personal la que puede conducirnos hacia la liberación
o hacia una esclavitud mayor. Lo que se entiende por ahimsa es una actitud de no hacer
daño (un sentimiento de benevolencia universal). Por tanto, para practicar ahimsa,
debemos mantener en todo momento una actitud no violenta.
El Bhagavad Gita declara que existen situaciones en las que debe infringirse un
daño menor para impedir uno mayor, evitar ese daño menor es en sí un acto de
violencia. A veces es necesario luchar, por ejemplo hacerlo en una guerra justa, con
ánimo de brindar seguridad al inocente frente a la voluntad destructora del agresor.
Es importante también comprender el principio de la no violencia en cuestiones
sutiles, por ejemplo: se puede matar el entusiasmo de los demás; del mismo modo la
burla, la falta de respeto, tratar a los demás airadamente o con miradas de desprecio,
constituyen formas de violencia que, por no ser físicas sino psicológicas, pueden hacer
incluso más daño que herir el cuerpo.
Al practicar Hatha Yoga, debemos tener una actitud de no violencia hacia nuestro
cuerpo. Tenemos que realizar las posturas con un sentido de relajación, de
autoexploración y no de castigo.
La no violencia se aplica también a la meditación. El deseo de infligir daño crea en
nosotros una tensión interna, que entra en conflicto con la paz que intentamos
desarrollar mediante la meditación.
Patanjali indica que cuando desarrollamos Ahimsa a la perfección, hasta la fieras
salvajes y los criminales se amansan en nuestra presencia.


2.- Satya, (no mentir).
Su enunciado de modo negativo indica que cuando hemos superado el deseo de
distorsionar la verdad se revela nuestra tendencia natural: ser veraces.
Satya es la actitud necesaria para superar nuestras falsas nociones sobre la vida.
Nuestro camino hacia Dios consiste en liberarnos de las falsas ilusiones. El científico
que en su investigación trabaja con rigor, sin que ninguna predisposición personal
influya en sus resultados, está practicando el no mentir. La persona que examina sus
gustos y aversiones sin prejuicios, también está practicando satya. Para un examen
profundo de la realidad se necesita una visión limpia y cristalina.
El no mentir debe ser entendido en sentido sutil, porque los hechos y la verdad no
siempre son sinónimos. Por ejemplo, una persona hospitalizada puede estar muy
enferma, y si se le dice "¡Estás muy mal!", esta afirmación puede empeorar su estado.
Pero si la visualizamos con buena salud y le decimos con profunda convicción "¡Te
encuentro muy bien!", es posible que nuestras palabras le den fuerza e incluso que se
cure.
Existen verdades superiores e inferiores. Llamar a un hombre estúpido no es una
verdad superior. Utilizar palabras hirientes, aunque se basen en hechos evidentes, pero
superficiales y temporales, es una falsedad en sentido espiritual. El alma es siempre
sabia, siempre perfecta. Por tanto ser veraz no significa ser objetivo al pie de la letra.
Hay que recordar que la verdad es siempre beneficiosa, pero la afirmación de un
hecho puede ser beneficiosa o perjudicial. Si existe la posibilidad de que sea dañina, no
debe ser tomada como una verdad en su sentido más elevado. Si en algún momento
comprendes que no puedes hablar sinceramente sin riesgo de hacer daño, la mejor
alternativa es guardar silencio.
Una actitud de no mentir significa ver las cosas tal como son, aceptar la posibilidad
de estar equivocado, cuidar que los gustos y aversiones no perjudiquen la percepción de
la realidad. La veracidad significa buscar siempre la Luz Divina brillando en medio de
la oscuridad, ver a Dios en todo y en todos, afirmar la bondad incluso ante la maldad y
hacerlo siempre desde la honestidad absoluta, no porque nos gustaría que fuera así.
Satya es esencial en la meditación como defensa contra las alucinaciones y contra
los apegos a otros engaños comunes, que llegan a la mente procedentes del
subconsciente. Las alucinaciones son un obstáculo para la meditación; pueden ser
visuales, pero también pueden tomar otras formas engañosas: por ejemplo, de guía
"intuitiva"; estas “intuiciones” y falsas visiones procedentes del subconsciente,
deprimen la mente, alejándola de la superconciencia.
¿Cómo se puede saber si una experiencia es superconsciente o es una alucinación?.
Las experiencias superconscientes van acompañadas de una elevación de la conciencia
interior. Asimismo producen resultados beneficiosos y duraderos. Las experiencias
superconscientes no son vagas, por ejemplo si se ve una luz en la superconciencia será
clara, no turbia o difusa. La inspiración que se siente produce claridad mental, no
vaguedad o confusión.
En Hatha yoga el dominio del cuerpo está en relación con la conciencia que se tiene
de él. En las posturas de yoga se debe tener una actitud de no engaño. Al practicar las
posturas sé consciente interiormente de tu cuerpo. Por ejemplo, concéntrate en la
tensión que impide el estiramiento; sé honesto reconociéndola. Te darás cuenta de que
aceptándola podrás superar el obstáculo que te impide avanzar.
Patanjali, en los Yoga Sutras, indica que la persona en quien este principio de satya
se establece firmemente, desarrolla el poder de alcanzar los frutos de la acción sin
necesidad de actuar. Su simple pensamiento, su sola palabra, son vinculantes para el
universo.


3.- Ashteya, (no robar).
Ashteya no solamente significa no adueñarse de lo que pertenece a otros, sino no
codiciar la propiedad de los demás. Significa no desear nada que no sea tuyo por
derecho. Significa no desear siquiera lo que es tuyo por derecho, puesto que tu felicidad
no debe estar condicionada por el hecho de conseguirlo o no. El deseo nos mantiene
atados a las cosas, buscando la felicidad en ellas, en lo externo y lleva a la mente lejos
de su verdadera identidad, impidiéndonos alcanzar la dicha espiritual.
Este yama puede entenderse como contentamiento con lo que se tiene, sabiendo que
lo que nos pertenece por derecho llegará en su momento. Podemos trabajar por
conseguirlo, pero no debemos trabajar movidos por el deseo, así no viviremos “para lo
exterior” sino para nuestro ser más profundo.
El robo, o la codicia, debe ser entendido también en sentido sutil. Hay personas que,
según Sri Yukteswar, “cortan las cabezas de los demás para parecer más altas”. Hablar
con crueldad a otros o de otras personas, es pensar que la virtud nos pertenece a
nosotros exclusivamente. Fortalecer nuestro ego a expensas del ego de los demás es
reforzar el engaño. El ego es el mayor obstáculo que nos separa de la auténtica visión de
la unidad de la vida.
Astheya es esencial en la meditación, ya que el más leve deseo llevará a la mente
hacia el exterior. El secreto de la paz interior es la ausencia de deseos. Mientras no
seamos capaces de calmar los deseos del corazón, la meditación no será posible. El flujo
de la energía debe ser canalizado desde el corazón hacia el interior y hacia arriba, hacia
el entrecejo, si queremos que la meditación nos conduzca a la iluminación.
En la práctica de Hatha yoga toma conciencia de que toda la energía del universo
está a tu disposición. Ábrete mentalmente al flujo de la energía y dirígela a tu cuerpo
mediante el ejercicio directo de tu voluntad e irrádiala también a los demás como una
bendición.
Patanjali, en los Yoga Sutras, indica que la persona en quien el principio de Astheya
se establece firmemente, tendrá riqueza siempre que la necesite y todas sus necesidades
estarán cubiertas.


4.- Brahmacharya, (no sensualidad).
Quizá para comprender este yama deberíamos comenzar delimitando qué significa
sensualidad en sentido yóguico. En la interpretación de Patanjali no todos los placeres
sensoriales implican sensualidad. No se trata de que rechacemos el mundo y sus
infinitas bellezas tachándolas de sensuales. Debemos entender la sensualidad como
aquella tendencia, derivada de los placeres sensoriales, que nos aparta del sentido de
unidad universal y nos lleva a acentuar la conciencia de estar separados de los demás
seres de la creación. Una experiencia será tanto más sensual cuanto más se oriente hacia
los sentidos y el egoísmo. Por tanto, para practicar brahmacharya debemos evitar las
experiencias que emboten nuestra sensibilidad espiritual y buscar aquellas que
aumenten nuestra conciencia y la armonía con cuanto nos rodea.
Brahmacharya debe interpretarse como auto-control. Se basa en el reconocimiento
de que nuestro auténtico poder procede de nuestro interior, no de las satisfacciones
externas. Cuanto más vivamos en esta dirección, sin derrochar nuestras energías en lo
sensual, más poder alcanzaremos. Dispersar nuestras fuerzas (incluyendo hablar
demasiado, actuar demasiado o toda clase de excesos) nos lleva a perder el control.
A muchas personas les resulta difícil comprender el sentido del auto-control porque
la satisfacción sensorial, incluso la liberación de tensiones, suele ir acompañada de una
aparente sensación de libertad y, como consecuencia, de una cierta paz interior. Pero un
sentimiento auténtico de paz y libertad no son posibles si conllevan una disipación de
energía. La energía es la clave del autodesarrollo y la verdadera paz y libertad necesitan
aporte, no gasto, de energía. La verdadera libertad debe trasmitir un sentimiento de
poder, de expansión y de bienestar.
El grado de conciencia de una persona depende de la cantidad y dirección de la
corriente de su energía interior. Debemos tratar de alimentar al máximo nuestra energía
interior y dirigirla hacia el cerebro. La norma para alcanzar la felicidad es retirar nuestra
energía de los sentidos y dirigirla hacia nuestra fuente interna y ascendentemente hacia
el ojo espiritual.
Durante el siglo veinte se escribió mucho sobre los perjuicios de la represión. No se
estudiaron los efectos elevadores de la transmutación. No se puede hablar de represión
cuando una persona utiliza medios científicos para dirigir la corriente de energía hacia
el cerebro. Cuando se actúa voluntariamente no hay represión sino transmutación.
Cuando se aprende a dirigir así la energía los efectos son totalmente positivos: mayor
alegría, mayor poder de concentración, mayor fuerza física.
Patanjali afirma que cuando se perfecciona el principio de no-sensualidad física y
mental, el yogui adquiere enorme vigor. Swami Vivekananda atribuía sus espectaculares
poderes mentales a la observancia de brahmacharya. Se cuenta que en una ocasión le
regalaron la Encyclopeadia Britannica. Dos semanas más tarde había leído ¡los trece
primeros volúmenes!. Cuando uno de sus discípulos puso en duda que hubiera podido
retener mucho de cuanto había leído, Vivekananda le desafió:
- Pregúnteme lo que quiera de esos trece volúmenes.
Respondió correctamente a todas las preguntas, incluso fechas y nombres de
lugares.
Durante la meditación puedes aplicar este principio esforzándote por llevar la
energía y la conciencia por la columna hacia el entrecejo.
En las prácticas de las posturas de yoga realiza también este ejercicio de
interiorización de la energía. No permitas que se gaste en el simple ejercicio muscular o
el movimiento.


5.- Aparigraha, (no codicia).
Aparigraha también se ha traducido como no-avaricia. Realmente el significado más
sutil de este yama es el de no-apego.
No-codicia se refiere a no desear ni siquiera lo que es nuestro, lo que ya nos
pertenece. Recuerda que el tercer yama hablaba de no desear lo que no nos pertenece,
pero en este caso se va más allá, hasta no identificarnos siquiera con nuestro cuerpo y
nuestra personalidad, sino con aquella parte de nosotros que se vuelve hacia el interior.
Aparigraha nos propone vivir en el mundo como invitados que pasan aquí una
temporada, con una parte de nuestra mente viviendo siempre en la eternidad, libre de
todo apego. Este no aferrarse a nuestras cosas, no codiciar nada de cuanto tenemos,
conduce a superar las identificaciones temporales, incluso la identificación con nuestro
cuerpo actual, que es nuestro sólo durante un corto periodo de tiempo. Por eso Patanjali
afirma que practicada hasta la perfección, la no-codicia tiene como resultado recordar
encarnaciones pasadas, antiguas identificaciones con otros cuerpos, otros lugares y otros
hechos.
La base para practicar este yama es recordar que nada nos pertenece, ni siquiera
nuestros actos o nuestros pensamientos, porque todo pertenece y forma parte de Dios.
Debemos superar la identificación con nuestra mente y nuestro cuerpo que oscurece la
verdad de que el alma es, en esencia, infinita y eterna. Fortalecernos en nuestro
auténtico ser nos permite disfrutar de todo cuanto se nos presenta en el mundo sin
preocuparnos por su pérdida. Nos aporta alegría.
Durante la meditación esfuérzate por liberarte mentalmente de las identificaciones
mundanas. Corta las cuerdas emocionales que te atan a tus posesiones. Puede resultarte
útil afirmar mentalmente: “¡No soy el cuerpo!. ¡Soy Espíritu, siempre gozoso, siempre
libre!”.
En la práctica de Hatha yoga trata de vencer los dictados del cuerpo. Y en general en
tu vida diaria no te sometas a él. Tu cuerpo es tuyo para utilizarlo, no para mimarlo. No
te permitas nunca decir: “Estoy cansado”. Quizá el cuerpo necesite descanso, pero tú no
eres el cuerpo, eres el alma siempre perfecta. Gradualmente intenta disciplinar tu cuerpo
para que no te domine y seas tú quien ejerza el mando.

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miércoles, 11 de febrero de 2009

ESTRUCTURA DE LOS YOGA SUTRAS



La Filosofía India consta de seis sistemas filosóficos: Nyaya, Vaisheshika,
Samkhya, Yoga , Mimamsa y Vedanta, de los cuales los tres principales son El
Sankhya, El Yoga y El Vedanta.

El Sankhya explica cómo (aparentemente) el Infinito se vuelve finito y cómo
nuestra naturaleza en cuanto seres humanos, busca la satisfacción en este mundo
material sin conseguirla jamás.
El Vedanta explica la naturaleza de la realidad última que produce la verdadera
satisfacción.

El Yoga es el puente perfecto entre el Sankhya y el Vedanta. Responde a las
preguntas: ¿Cómo puedo alcanzar la verdadera satisfacción? ¿Cómo puedo alcanzar esa
realidad última?

Patanjali en sus Yoga Sutras responde a estas preguntas de forma concisa. Esta
obra, escrita en forma de aforismos, es considerada como la primera y más importante
exposición de la Filosofía del Yoga.

El Ashtanga Yoga

En el Asthanga Yoga Patanjali nos proporciona un mapa del camino que tenemos
que recorrer y nos explica qué debemos hacer para alcanzar el estado que todos
buscamos, el estado de júbilo, paz y plenitud constantes. Una explicación de estas ocho
etapas será de ayuda para comprender los objetivos más profundos del Yoga.

1- Yama – Restricciones.
2-Niyama –Observancias
3- Asana – Quietud del cuerpo
4-Pranayama – Control de la energía
5-Pratyahara – Interiorización
6-Dharana – Concentración en un punto
7-Dhyana – Absorción
8-Samadhi – Unión con el Infinito

Las dos primeras etapas del sendero óctuple de Patanjali se conocen como yama y
niyama. Yama significa control; niyama, no control.
Literalmente estas dos etapas se refieren a los síes y los noes del sendero espiritual.
Curiosamente, al igual que “Los Diez Mandamientos” de Moisés, son diez. Pero existe
una diferencia importante entre unos y otros, los Yamas y los Niyamas son más
recomendaciones que mandamientos, y no ponen el énfasis en qué te ocurrirá si no los
cumples, sino en los beneficios que obtendrás siguiéndolos. Cada uno de estos
principios, cuando se practica perfectamente, ofrece una recompensa espiritual
definitiva. Puede mejorarse indefinidamente en su cumplimiento, hasta llegar a la
perfección espiritual.

1. Yama. (Control, los noes). Son cinco:
Ahimsa (No-violencia)
Satya (No-mentir)
Ashteya (No-robar)
Brahmacharya (No-sensualidad)
Aparigraha (No-codicia o No-apego)


Es interesante notar que todas estas virtudes se formulan en términos negativos.
Esto significa que cuando eliminamos nuestros errores no podemos ser sino
benevolentes, veraces, respetuosos con la propiedad ajena, etc. Porque nuestra
naturaleza es ser buenos. Actuamos de otra forma, no porque sea natural que lo
hagamos así, sino porque hemos abrazado un estado antinatural de inarmonía egoísta.

2. Niyama. (No-control, los síes). Son:
Saucha (Limpieza)
Santosha (Contentamiento)
Tapasya (Austeridad)
Swadhyaya (Autoestudio o Introspección)
Ishwara pranidhana (Devoción al Señor Supremo)


3. Asana. (Postura).
Postura significa la capacidad de mantener el cuerpo inmóvil como requisito previo
para la meditación profunda Algunos autores han querido señalar que aquí Patanjali se
refiere a la necesidad de practicar las posturas de yoga como preparación para la
meditación. Pero Patanjali estaba hablando, no de prácticas, sino de diferentes etapas en
el desarrollo espiritual.
Asana se refiere a cualquier postura que nos resulte cómoda, con tal de que la
columna vertebral se mantenga recta y el cuerpo relajado. Se dice que un signo de
perfección en asana es la capacidad para sentarse en calma, sin mover un músculo,
durante tres horas. Muchas personas meditan durante años sin alcanzar resultados
notables simplemente porque nunca han entrenado a sus cuerpos para sentarse en calma.
Mientras no se domine el cuerpo, las percepciones más elevadas, tan sutiles que sólo
florecen en la quietud perfecta, no pueden alcanzarse.
Es bueno practicar algunas posturas de yoga antes de la meditación, ya que ayudan
a conseguir asana o postura firme. Pero muchas personas cometen el error de suponer
que deben perfeccionar la práctica de las posturas de yoga antes de intentar siquiera
meditar. Esto es totalmente falso. Ni siquiera es necesario en absoluto practicar las
posturas para la meditación.


4. Pranayana. (control de la energía).
Como comentamos al hablar de asana, muchos autores han cometido el error de
creer que en el Ashtanga Yoga, Patanjali habla de prácticas y no de diferentes etapas del
desarrollo espiritual, afirmando que en este caso se refiere a ejercicios respiratorios. El
control de la energía a menudo se realiza con la ayuda de ejercicios de respiración, de
ahí que los ejercicios de respiración hayan llegado a conocerse como pranayanas. Sin
embargo, Patanjali se refiere al control de la energía que se consigue como resultado de
diversas técnicas y no a las técnicas mismas.
Patanjali no da detalles sobre técnicas de pranayama específicas; de hecho el
pranayama se menciona únicamente en seis sutras. Las técnicas que en hatha yoga
generalmente se conocen como “pranayama”, son técnicas de respiración basadas en la
estrecha unión existente entre prana (energía), respiración y mente. Pero éste es un
concepto muy limitado, incluso hablando sólo de técnicas existen muchas más. Por
ejemplo, los Ejercicios de Energetización de Paramhansa Yogananda son pranayamas,
pues recargan las células del cuerpo de prana y enseñan a controlar su flujo.

Pranayama indica realmente un estado en el que la energía del cuerpo alcanza una
armonía tal que su flujo se invierte; pasa de dirigirse hacia fuera, hacia a los sentidos, a
dirigirse hacia dentro, hacia el Ser Divino que reside en el corazón de todos los seres.
Sólo cuando toda la energía del cuerpo se dirige hacia este Ser, nuestra conciencia es
suficientemente intensa como para atravesar los velos de la ilusión y entrar en el
superconsciente. Dirigir esta energía hacia el interior es el primer paso para la
contemplación divina.


5. Pratyahara. (Interiorización de la mente).
Una vez que, por medio de pranayama, la energía ha sido dirigida de nuevo hacia
arriba, hacia su fuente en el cerebro, se hace necesario dirigirla hacia el interior del
cerebro. De esta forma se evita que fluya hacia el exterior, hacia los objetos del
pensamiento y como consecuencia hacia la inquietud mental. Es decir, hay que
interiorizar la conciencia, así los pensamientos dejarán de vagar por los interminables
desvíos de la inquietud y la ilusión y se enfocarán en los misterios más profundos de las
moradas del alma.
Esta interiorización es el estado de pratyahara, el estado en que la mente se retira
de los objetos y experiencias externas.


6. Dharana. (Concentración).
Es un estado de contemplación o conciencia interior fija. Uno puede ser consciente
de las realidades espirituales interiores, la luz interior por ejemplo o el sonido interior o
sentimientos místicos profundos, antes de alcanzar esta etapa, pero sólo después de
alcanzarla puede entregarse completamente a la concentración en esas realidades.
En este estado la mente se centra en un único punto; ya no es perturbada por las
sensaciones recibidas a través de los sentidos, ni por la inquietud ni por los
pensamientos externos.


7. Dhyana. (Meditación, absorción).
Por medio de la concentración prolongada en los distintos estadio de conciencia,
comenzamos a adoptar las cualidades de cada uno de ellos. Si meditamos en los
placeres de los sentidos, el Ser Interior llega a identificar su felicidad con la satisfacción
de esos placeres; el individuo pierde de vista la morada interior del Ser como fuente real
de sus placeres. (Pero si algo material fuera realmente causa de felicidad, lo sería para
todos los hombres. El hecho de que no sea así prueba que son nuestras reacciones frente
a las cosas materiales, no las cosas mismas, las que producen nuestra dicha). Del mismo
modo, concentrándonos en nuestros defectos personales sólo fortalecemos esos
defectos. (Es un grave error llamarse continuamente a si mismo pecador, como
proponen muchos seguidores ortodoxos de algunas religiones. Debemos concentrarnos
en la virtud si queremos llegar a ser virtuosos). Así, concentrándose en la luz interior o
en alguna otra realidad divina que se perciba cuando la mente está en calma, se
adquieren gradualmente esas cualidades de la realidad interior.
En el estado de Dhyana nos absorbemos y nos identificamos con el objeto de
nuestra concentración El ser individual comienza a expandirse en la identificación con
alguna de las cualidades universales, por ejemplo con uno de los ocho atributos de Dios:
paz, calma, luz, sonido, amor, júbilo, sabiduría y poder.
La mente pierde su
identificación con el ego y comienza a sumergirse en el gran océano de conciencia del
que forma parte.


8. Samadhi. (Unidad).
En este estado la conciencia de ego se disuelve. La identificación individual se
convierte en universal y se adquiere la percepción de unidad con el universo y su
Creador.
El samadhi llega cuando el alma, perdiendo por completo su identidad corporal, se
funde con la realidad superior de la cual el cuerpo y toda la creación no son sino una
manifestación. Una vez que se ha roto el control del ego no hay nada que impida
expandir la conciencia hasta el infinito. El devoto en profundo samadhi comprende la
verdad de las palabras de Cristo, “Yo y mi Padre somos uno”. La pequeña onda de luz,
perdida la ilusión de una existencia separada del océano de luz, se convierte en el vasto
océano.
Existen dos estados de samadhi: sabikalpa samadhi y nirbikalpa samadhi. El
primero está ligado a la quietud total de la meditación y la detención de la respiración.
En el segundo se permanece en el estado de unidad universal incluso durante la
actividad exterior.
En los estados más elevados de samadhi, el devoto es capaz no sólo de retener su
sentido de identidad con el Océano Infinito, sino también de ser consciente de la
pequeña ola de su ego y actuar a través de ella. Puede hablar, trabajar, sonreír y vivir en
todos los aspectos como un ser humano normal, sin perder su comprensión interior de la
Divinidad.
No se debe creer que estos estados son ilusorios. Son Realidad; nuestra limitación
actual es la ilusión. Muchos grandes yoguis han demostrado su omnipresencia de
diferentes formas. Los estudiantes interesados harían bien en leer la Autobiografía de un
Yogui, donde se describen muchas grandes almas y su experiencia de Dios.
Estas etapas sutiles de revelación espiritual pueden alcanzarse, en un nivel inferior,
en una existencia humana normal. Pues así como una alta montaña tiene en común con
un pequeño montículo el hecho de que ambos suben en pendiente hasta una cima, así las
verdades más elevadas se relacionan con los caminos prácticos de la vida diaria. Ésta es,
de hecho, la razón inmediata por la que toda persona inteligente se beneficia del estudio
de la Filosofía.
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miércoles, 4 de febrero de 2009

LEY DEL DAR



El universo opera por medio de un intercambio dinámico. Dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de energía en el universo y si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos, mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida.
Nada es estático. Nuestro cuerpo está en intercambio dinámico y constante con el cuerpo del universo; nuestra mente mantiene una interacción dinámica con la mente del cosmos; nuestra energía es una expresión de la energía del cosmos.
El flujo de la vida no es otra cosa que la interacción armonioso de todos los elementos y las fuerzas que estructuran el campo de la existencia.
Esta armoniosa interacción de los elementos y las fuerzas de la vida opera a través de la ley del dar. Puesto que nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo.

Por ello debemos dar y recibir a fin de mantener la riqueza, la abundancia, la prosperidad o cualquier cosa que deseamos en la vida circulando permanentemente.
En toda semilla está la promesa de miles de bosques. Pero la semilla no debe ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil. A través de su acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material.
Cuanto más demos más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida. En realidad, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado. Lo que no se multiplica a través del dar, ni vale la pena darse, ni vale la pena recibirse.

Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regañadientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar.
Al dar y al recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón.

Por eso el acto de dar debe ser alegre, la actitud mental debe ser tal que se sienta alegría en el acto mismo de dar. De esa manera, la energía que hay en el acto de dar aumenta muchas veces más.
Si deseamos alegría, démosle alegría a los otros; si deseamos amor, aprendamos a dar amor; si deseamos atención y aprecio, aprendamos a prestar atención y a apreciar a los demás; si deseamos riqueza material, ayudemos a otros a conseguir esa riqueza. En realidad la manera más fácil de obtener lo que deseamos es ayudar a los demás a conseguir lo que ellos desean.
Si deseamos recibir el beneficio de todas las cosas buenas de la vida, aprendamos a desearle en silencio a todo el mundo todas las cosas buenas de la vida. Incluso la sola idea de dar, el simple deseo, o una sencilla oración, tienen el poder de afectar a los demás.

Esto se debe a que nuestro cuerpo, reducido a su estado esencial, es un haz individual de energía e información en medio de un universo de energía e información.
Somos haces individuales de conciencia en medio de un universo consciente. La palabra «conciencia» implica mucho más que energía e información, implica una energía y una información que viven en forma de pensamiento.
Por tanto, somos haces de pensamiento en medio de un universo pensante. Y el pensamiento tiene el poder de transformar.
La vida es la danza eterna de la conciencia, que se manifiesta como un intercambio dinámico de impulsos de inteligencia entre el microcosmos y el macrocosmos, entre el cuerpo humano y el cuerpo universal, entre la mente humana y la mente cósmica.
Cuando aprendemos a dar aquello que buscamos, activamos esa danza y su coreografía con un movimiento exquisito, enérgico y vital, que constituye el palpitar eterno de la vida.

La mejor manera de hacerlo es tomando la decisión de que cada vez que entremos en contacto con una persona, le daremos algo. No es necesario que sean cosas materiales; podría ser una flor, un cumplido o una oración. En realidad, las formas más poderosas de dar no son materiales.
Obsequios como interesarse, prestar atención, dar afecto, aprecio y amor, son algunos de los más preciados que se pueden dar, y no cuestan nada. Cuando nos encontremos con alguien, enviémosle en silencio un buen deseo por su felicidad, alegría y bienestar. Esta forma de generosidad silenciosa es muy poderosa.
Tomemos la decisión de dar en todo lugar a donde vayamos, y a quien quiera que veamos. Mientras estemos dando, estaremos recibiendo. Cuanto más demos, más confianza tendremos en los efectos milagrosos de esta ley. Y a medida que recibamos más, también aumentará nuestra capacidad de dar.
Nuestra verdadera naturaleza es de prosperidad y abundancia; somos naturalmente prósperos porque la naturaleza provee a todas la necesidades y deseos. No nos falta nada porque nuestra naturaleza esencial es la potencialidad pura, las posibilidades infinitas.

Por consiguiente, debemos saber que ya somos intrínsecamente ricos, independientemente de cuánto dinero tengamos, porque la fuente de toda riqueza es el campo de la potencialidad pura, es la conciencia que sabe cómo satisfacer cada necesidad, incluyendo la alegría, el amor, la risa, la paz, la armonía y el conocimiento.
Si vamos en pos de estas cosas primero, no solamente para nosotros mismos, sino para los demás, todo lo demás nos llegará espontáneamente.
Deepak Chopra…

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